Entre Dimas y Gestas, una ofendida masa se quedó atónita —si no es que abiertamente encolerizada— en el pequeño instante donde el Nazareno le prometía abrir las puertas del Paraíso al otrora ladrón. Siglos después, en el Santuario de Jesús Nazareno unos carrancistas en plena Revolución mexicana formaron un Consejo de Guerra y juzgaron a Gestas, acusado de burlas a la autoridad y denigrante desfachatez. Lo sentenciaron a muerte y lo fusilaron en el atrio del templo. Hasta la fecha, la Capilla del Calvario es la única representación de la Crucifixión de Jesús de Nazareth con solo dos cruces erguidas sobre el Gólgota. En plena penitencia, al filo de la Semana Santa, no pocos flagelantes confirman que efectivamente puede haber Buen Ladrón entre tanto ratero y mentiroso.
Algo similar suscitaba la aparición en público de Mohandas Gandhi. El Mahatma que había vestido trajes en tweed de tres piezas con leontina como abogado en Sudáfrica, se transformó en el asceta casi encuerado que escandalizó a la sociedad londinense envuelto en una sábana que él mismo había formado desde su rueca. Símbolo y señal, la rueca rueda ahora en la bandera de la India libre e independiente y el Iluminado es recordado con respeto inquebrantable, entre otras cosas por su profesión de la no-violencia, a medio siglo de que una inmensa mayoría no solo se burlaba de esa práctica, sino que le deseaban el final que habría de terminar con su vida.
En el México de dicen que dijo lo que andaban diciendo, porque a mí me dijeron que dijo —o que, más bien decía— lo que dicen y ve tú a saber qué dirá… o ¿tú qué dices?... repito: en el México del qué dirán y decires con dimes y diretes, es más sano, sereno y saludable evadir las conjeturas y evitar desgarrarse las vestiduras. Efectivamente, hay mucho lodo y diversas equivocaciones graves. Son días de concentrarse en uno mismo, de guardarse en casa los que puedan aún darse ese lujo invaluable y de intentar ayudar a miles que simplemente no pueden quedarse encerrados en chabolas de lámina o demás silos de la generalizada pobreza por motivos de hambre y sobrevivencia. Son días de guardar y no vacaciones cuando el alumno sigue presentándose ante la pantalla para preguntar sus dudas y proponer una actividad, al tiempo que son días en que la maestra enseña de lejos lo que ha de quedar en el conocimiento íntimo de uno o varios alumnos que han de transformar el mundo de mañana.