La Magnanimidad hace alusión a la grandeza del espíritu humano. Es atributo inalienable de las almas que se caracterizan por la generosidad en el hacer y en el pensar. Quienes la practican ejercen un influjo positivo en todo lo que les rodea y son portadores de la grandilocuencia propia de los seres que trascienden el tiempo y dejan huella de una existencia pletórica de encantos y ejemplos. Es la expresión más evolucionada de la voluntad por dejar constancia de la excelencia en el actuar y sólo tiene como sinónimo a la perfección. Es condición indispensable de la gracia. Es sabiduría.
Modernidad es la circunstancia histórica que caracteriza las costumbres vigentes de cualquier cultura en el momento en que ocurre una reconciliación con sus tradiciones. Su esencia consiste en la actualidad y autenticidad de las propuestas aunadas al carácter de innovación que se introduce en el imaginario social para significar y representar el progreso material positivo. La sustancia que le otorga sentido y trascendencia nos remite a los motivos estéticos de la vanguardia que aporta su singular impronta y misticismo para conseguir la transformación cualitativa de las experiencias humanas a través del ejercicio dialéctico. Es presente efímero que trasciende el instante.
La Munificencia describe la cualidad sin parangón de aquellos individuos que han encontrado el valor supremo de entregar el todo en su afán por obsequiar lo mejor de sus recursos y potencialidades, a partir del altruismo, como principio vital. Su actuación manifiesta el interés por dotar de ventajas y privilegios a quienes comparten su contemporaneidad en la geografía de la memoria histórica. Con ella se identifican los que han comprendido que las aportaciones -en especie o efectivo- nada valen sin el espíritu magnánimo de la generosidad que busca trascender más allá de lo material. Practicarla confiere un toque de distinción.
Las Musas proveen inspiración para develar los terribles misterios de la algarabía en que se solaza la creatividad lúdica durante esos momentos cruciales del encuentro con la armonía y el conocimiento. Son seres míticos y mágicos que enaltecen la inteligencia mediante el ejercicio figurativo de la libertad que se regodea en el espíritu de la felicidad. Se acompañan de las gracias que resplandecen en la belleza, el júbilo y la fiesta. Auspician los motivos estéticos que revelan la suspicaz aparición de sus apolíneos argumentos para guiar los destinos de los hombres hacia utopías insospechadas. Son portadoras de la santa sabiduría.
En las mujeres habita el duende mágico que nos seduce con el voluptuoso devaneo de su sensualidad y graciosas sutilezas, esas que propician los más bellos y excitantes sentimientos que provocan la exaltación del espíritu. En ellas ocurre la pasión amorosa y el insondable sentido de la vida, cuya energía vital es la fuerza motriz de la trascendencia humana. Son seres fantásticos y divinos que generan la chispa que enciende la llama de la felicidad como fuente de inspiración que nos llena de alegría y armonía. Son el sortilegio prodigioso del eterno femenino que le da sabor a la existencia. JFA
Jorge Fernández Acosta