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El otro Día de Muertos

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  • Jesús G. Reséndiz Silva

Este fin de semana celebramos una de las tradiciones más emblemáticas de México, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Cada 1 y 2 de noviembre, millones de personas honran la memoria de sus seres queridos que han fallecido.

Durante estos días, los hogares y espacios públicos se llenan de color: las ofrendas se adornan con flores de cempasúchil, velas, papel picado, fotografías, calaveras de azúcar, y los alimentos y bebidas preferidos de los difuntos. Detrás de todo ello hay una creencia profunda: la de que sus almas regresan para convivir con nosotros, aunque sea por una noche.

El Día de Muertos ha trascendido fronteras. Su fuerza simbólica ha inspirado al arte, la literatura y el cine, llevando al mundo una visión única de la muerte: la de un pueblo que celebra la vida a través de la memoria. En lo personal, esta fecha me llena de alegría. Es un recordatorio luminoso de mi infancia y una manera de mantener viva la presencia de quienes ya partieron.

Pero hay “otro” Día de Muertos que se repite todos los días en México. No es una festividad, sino una tragedia nacional. Es el día permanente en que la violencia nos devora, nos silencia y somete. Violencia que genera un “estado de shock”, como lo describe la escritora canadiense Naomi Klein, que nos arrebata la esperanza y el sentido mismo de la vida. Es la puesta en escena de un drama colectivo que nos obliga a normalizar las muertes violentas de todo tipo, y donde cada nueva tragedia se acumula sobre la anterior sin darnos tiempo para el duelo.

El reciente asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, es un ejemplo doloroso de ello. Se suma a la larga lista de personas que han sido silenciadas por atreverse a levantar la voz frente a la impunidad y la barbarie. Así como él también lo demandó, millones de mexicanos llevan años exigiendo lo mismo: seguridad y paz. Pero la respuesta institucional sigue siendo débil y distante, contribuyendo de alguna forma al estado de shock.

No podemos permitir que la violencia se vuelva parte de nuestro paisaje, a vivir en un estado de shock permanente, acostumbrarnos a una economía de la violencia, ni a que el miedo nos paralice o nos haga indiferentes. No permitamos que ese otro Día de Muertos nos despoje del sentido de estar aquí.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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