Muchas interrogantes se manejan con ocasión del nombre que escogió el Papa León XIV, que al mismo tiempo se profesa tan cercano al Papa Francisco en sus enseñanzas. Norteamericano por nacimiento, pesan más las observaciones de su ejercicio de misionero en zonas pobres del Perú, por varias décadas. Al nuevo Papa le está tocando vivir la experiencia de guerras, calificadas por su antecesor, como derrotas de la humanidad. Hay verdaderos salvajismos en las guerras actuales, sobre todo cuando el gobierno judío manifiesta públicamente, que quiere acabar con Gaza, con el argumento de su seguridad y, aunque haya protestas internacionales contra esta propuesta, los dirigentes judíos siguen en su guerra de exterminio.
En tan poco tiempo, al nuevo Papa le ha tocado hablar, con mucha frecuencia, sobre las distintas guerras que no son vías para el arreglo pacífico de las controversias. Advertía el Papa Francisco: “En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos, donde vencer pasa a ser fenómeno de destruir, ¿Cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino? Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso” (Francisco, FT. Núm 16).
Se registra en las notas periodísticas que en Gaza a diario se mata a niños, adolescentes y jóvenes. Aquí viene bien una advertencia del Papa Francisco: “La falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con el abandono de los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil de pensar que todo termina con nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales. Así, el objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos. Vimos lo que sucedió en las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así” (Francisco, TF. Núm 19). Estas observaciones nos iluminan para ver por dónde van los caminos del Papa León XIV.
