Todo iba bien con la encuesta prianista de Massive Caller y hasta creíamos que Xóchitl estaba ganando de calle y aunque el 99% de las otras encuestas demuestren exactamente lo contrario. Después de ver a tanto afamado periodista y no pocos intelecuáles apoyando esa causa, pues uno empezaba a tomarla en serio.
Lamentablemente apareció Felipe Calderón a echarlo todo a perder al expresar un entusiasmo maníaco. Ya se sabe, todo lo que toca el expresichente lo echa a perder y por supuesto cundió el sospechosismo. De la misma manera que Claudio XXX salió a rogarle a Máynez que declinara a favor de la señora del huipil con esas mismas lágrimas de concreto, debería pedirle a Calderón, de la manera más atenta, que se mantenga al margen de manifestar su matraca a favor de ella, pues lo único que hace es desprestigiar a la candidata y a Massive Caller que está de por sí muy desprestigiada (decía que Anaya le llevaba mil puntos a AMLO).
Digo, está muy bien que quieran cambiar la narrativa de manera un poquito mañosa y artificial, pero podrían buscar mejores voceros. Más si pensamos que uno se entusiasma y después la decepción es muy grande. No se vale jugar con los sentimientos de la fanaticada como Leo Suckerman, Rivapayaso o Pedro Ferriz, no les vaya a pasar algo.
Claro, tampoco se ayuda al aparecer abrazada con Alazraki y los paleros de Alazraki, dan ñáñaras.
Y menos cuando ella declara que el lago de Texcoco se puede desalinizar nada más con una desalinizadora y una gran desalinizadora será. Eso sin contar la manera en que utilizó a una niña en un mitin sólo para tomarse la foto, y luego la dejó toda abandonada ahí solita, sin despedirse, ni agradecerle ni nada. Un trato despectivo que algunos podrían suponer también le aplicaría al proletariado con los apoyos sociales y todo lo demás. No faltará algún resentido que diga que si en lugar de la niña hubiera estado un alto representante del empresariado, Lady X hasta le hubiera puesto alfombra roja y caravana.
Está bien que siga el Manual de campañas cochinas de Castañeda, pero que no exagere.
Así, quizá la única manera en que la señora Gálvez pudiera ganar algo de rating, sería poniéndose a criticar a Joe Biden por reprimir a los estudiantes que protestaban en contra del genocidio de Netanyahu. De hecho, estamos esperando que la doctora Denise Dresser y Kike Krauze declaren al presidente de Estados Unidos como el Nuevo Díaz Ordaz. Seguro no tardan.
¿O declinará por Máynez, mejor?