Como dice mi querido Manuel Pedrero, jovencísimo pero muy bravo periodista, lo más probable es que López Obrador mantuvo silencio unos días solo para ver a qué grados de ridículo podía llegar las especulaciones de los Paleros de Alazraki y los Paleros de Calderón sobre su estado de salud. Y de paso disfrutar del muy divertido espectáculo del enchuecamiento de cara a nivel Picasso de toda esa fauna nociva que le deseaba lo peor, al reaparecer en todo su esplendor gitano.
A mí lo que me sorprende es que a pesar de que iban a acabar en calidad de tristes pagliacci en medio de la nochi, Pedro Ferriz, el pastor Alemán, los patitas de molcajete, los dicostanzo y Loaeza no dudaron en jugarle al mago de las fake news. Así, no dudo que AMLO se tomó su tiempo para reaparecer con el único fin de ver cómo chapoteaban en el fango estas lindas personitas y luego quedaban como san bueyes.
Ya era suficientemente grotesco que la oposición prianchuchista defendiera a Christian Von Roehrich a pesar de las evidencias del saqueo del Cártel Inmobiliario del PAN, como para que todavía salieran de carroñeros a desearle dolor y muerte a López Obrador. Y más aún cuando las investigaciones están alcanzando al líder de esa organización, el panista Jorge Romero, que ya se está dejando crecer la barba y el pelo para agarrar el look típico del fugitivo blanquiazul, mientras se autodenomina “perseguido político”.
Es lo malo de vivir en el odio y el arrebato, metiéndose sobredosis de Loret y Brozo, alimentándose de krauzes, rabadanes y chikiliquadris, en lugar de cultivar algo de inteligencia emocional. Los derechairos en éxtasis deberían hacerle caso a Fernández Noroña y ponerse al leer algo más que los libelos de Lorenzo Córdova, las mafufadas de la reina del cash, los tuits de Santiago PRIL y los estertores voxistas de Martín Moreno. No todo en la vida es pelearse cual youtuberos (O’Farrill, Nieto, Niño de Rivera, Sosa) y dedicarse al escandalito furris.
López Obrador no estaba muerto, andaba de parranda. Quienes quisieran estar de parranda y no políticamente pelas, son sus odiadores. Sobre todo cuando el PRIANChu y la Coparmex hacen berrinche por la reducción a 40 horas del tiempo de trabajo. Pinchis explotadores, jajaja.
Supongo que la dotora Dresser, siempre a favor de las causas más nobles, ya debe estar montando tiktoks reguetoneros para alegar que este AMLO es en realidad un AMLO robot al que Adán Augusto le da cuerda para ir a Venezuela.