Política

Mi abuelo y el Plan C

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Mi abuelo, Juan Albarrán García, cumplió ayer 36 años de haber fallecido. Su sueño, como cercano y admirador de Lázaro Cárdenas y víctima como millones de la Dictadura Perfecta que tanto añoran Krauze, Dresser y Sarmiento, ahora mismo, dada su personalidad festiva y progresista, estaría encantado con el triunfo de Claudia Sheinbaum y muy divertido viendo las reacciones del sector opositors por rancias, reaccionarias y de un muy profundo humor involuntario. También les mentaría su jefa a varios de los representantes de la derecha, eso se los aseguro.

El señor Alazraki le daría grima a mi abuelo y no dejaría de pitorrearse de él, sobre todo cuando alega que, a pesar de odiar a López Obrador, reconoce que bailó gacho a los líderes de la oposición, Markititito Cortés, Alititito Moreno, y Zambrano, le daría mucho asquito. Dice mi Charly que es tal la habilidad del presidente que dejó muy chaparros a estos personajes. (¡Pero achú quimichú!) Eso es indiscutible, pero nunca reconoce la responsabilidad que tiene la comentocracia ultraconservadora del desastre electoral y político que hoy padecen. Al igual que Krauze, Casar, Rivapalacio, Aristegui, Micha y un largo, etcétera, no asume su responsabilidad en la propagación de mentiras delirantes, discursos de odio, insultos a quienes no son calderonistas y groseras paranoias anticomunistas. Cero mea culpa. Digo, sería muy terapéutico que, en vez de atribuirle todos los logros a López Obrador mientras acusan de idiotas a los votantes, la oposición se aplique un exorcismo colectivo que purgue sus culpas que no son escasas.

Lo vemos ahora mismo con el tema del Plan C –que don Juan Albarrán aprobaría sin chistar— que implica la transformación profunda del aparato judicial que, a decir de la ministra Piña no es oposición política (pues no se nota). Y junto con la derechairiza, defienden al Poder Judicial con un discurso melifluo e inane como el que usaron para apoyar a Xóchitl. Y para colmo, los más patibularios insisten en achacarle a la Presidenta electa una especie de sumisión al Ejecutivo. Para mi abuelo, como para los mexicanos que votaron en ese sentido, es ridículo que quienes desde la Tremenda Corte están obligados a defender la democracia, no estén dispuestos a ejercerla.

Y lo peor, tratar de confundir la democratización del Poder Judicial con una intromisión autoritaria. La Tremenda Corte no está para hacerse la vístima, su pasado la condena. No se hagan bueyes, diría mi abuelo.


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Jairo Calixto Albarrán
  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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