Los números no mienten y Tom Brady cimentó su posición como el mejor jugador de futbol americano de todos los tiempos con su triunfo en el Supertazón del domingo.
En el Olimpo del deporte con siete anillos de campeón, Brady acumula más trofeos Lombardi que las vitrinas de las franquicias con más títulos de Super Bowl: Acereros de Pittsburgh y Patriotas de Nueva Inglaterra.
Siempre vale la pena recordar también que Tom Brady fue la selección global número 199 del reclutamiento colegial en la sexta ronda del primer Draft de este milenio.
Por lo que no deja de ser extraño que el mejor mariscal de campo y jugador de la historia de la NFL no fuera valorado y debidamente evaluado en su transición del futbol americano colegial al profesional.
Para ganar y no rebasar el tope salarial, Brady firmo por una cantidad menor a la de sus colegas bajo el centro. Dejando así espacio para poder traer a sus receptores amigos y anotadores en el Súper Domingo: Rob Gronkowski y Antonio Brown.
Como escribí en mi columna anterior sobre esta súper estrella, su vida es una historia de éxito.
Los números no mienten y durante la transmisión se mostró un gráfico comparando a Tom Brady con Michael Jordan y sus seis títulos de NBA; con Wayne Gretzky y sus cuatro Copas Stanley, y con Lionel Messi y sus cuatro Orejonas.
Para mí en cambio, Brady se codea en el Olimpo del deporte con Michael Schumacher y sus siete títulos de F1; Michael Phelps y sus 23 medallas de oro; Pelé y sus tres Copas del Mundo, así como con Tiger Woods, Serena Williams, Roger Federer y Rafael Nadal.
(No me tocó ver a Yogi Berra, Joe DiMaggio, Babe Ruth, Jack Nicklaus, Bill Russell o Rocky Marciano).
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