Cultura

José José en el Quijote

  • Ruta norte
  • José José en el Quijote
  • Jaime Muñoz Vargas

Eran poco más de las tres. El sonido bajo sintonizado en radio Laguna apenas dejó oír los toquidos a la puerta. Nacho fue, entreabrió y habló con alguien que preguntaba desde la oscuridad. 

Nacho dijo claramente está cerrado, pero del otro lado argumentaron algo. Miguel paró la oreja. Yo pago la multa, dijo la voz. Nacho respondió bueno, pasen rápido y acá dentro vemos qué. 

De inmediato entraron dos tipos, uno alto y fornido, silencioso y empistolado, y otro más bien bajo de estatura y camisa desfajada. Nacho titubeó. Bueno, es peligroso venderles para sacar de la cantina; si los pesca la policía me chingan con una multotota. 

No pasa nada, amigo, yo la pago, no se preocupe, dijo muy seguro el bajo de estatura. Bueno, dijo Nacho, y volvió a colocarse detrás de la barra. Sólo dejen que sirva esta cuba a medio preparar.

Miguel ya no quiso ver la acción, y cabizbajo colocó su ansia en la espera del último vaso. Nacho vino con el trago y le cuchicheó al oído: es José José. Sólo dijo eso: es José José. 

Miguel miró con cuidado y era verdad. Quien esperaba en la barra era José José acompañado por un tipo robusto. 

Nacho volvió a la negociación: ¿entonces dos litros de tequila añejo y refrescos de toronja? Así es, respondió José José. Y hielo y limones, añadió el cantante. 

Para entonces Miguel había puesto su mirada en el famoso personaje, y se animó a llamarlo: eh, maestro, le invito una cuba. José José se acercó, lo saludó de mano, y aceptó sentarse. 

Platiquen mientras pico y lavo el hielo, dijo Nacho, ahora alegre. ¿Cómo se la sirvo, señor? José José dijo que igual a la de Miguel, y en un instante ya chocaban los vasos. 

Cruzaron apenas dos o tres comentarios. Acabo de cantar en el hotel Villa Jardín de Lerdo y se terminó el trago. Los meseros de allá me dijeron que acá podíamos conseguir. Por eso pedí que me trajeran, alcanzó a explicar José José.

Nacho terminó de picar el hielo y en un instante ya tenía todo sobre la barra. Llamó al visitante y José José se puso de pie, dio cinco pasos hacia la barra, sacó un fajo de billetes y con eso pagó las dos botellas, los refrescos, el hielo y los limones. 

El escolta le ayudó a cargar todo y ambos salieron como si fuera de día. Nacho vio cómo subieron a una Suburban y cómo se alejaron en la penumbra de la Ramón Corona. 

Luego, con los billetes en la mano, avanzó a la mesa de Miguel. Vio que el vaso de José José había quedado con un cuarto de cuba y lo bebió sin asco. 

Me pagó seis veces más de lo que le hubiera cobrado, dijo Nacho, y fue a servirse una cuba para él. Salieron del Quijote cuando el sol ya clareaba, a las siete. 


@rutanortelaguna

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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