Cultura

El búmeran de Milei

  • Ruta norte
  • El búmeran de Milei
  • Jaime Muñoz Vargas

Además de la mexicana, la chilena y la española, la política que más me atrae es la argentina. 

Este es, en realidad, un desprendimiento, una ramificación: me interesan esas políticas nacionales porque me interesa su literatura. 

En otras palabras, gracias a que sobre todo leo autores de aquellas latitudes, no ha sido difícil, sino lógico, que mi curiosidad haya avanzado hacia otros rubros de sus respectivas realidades. 

Así, de la Argentina me gusta su poderosa literatura, y merced a este gusto pasé a disfrutar su música, su historia, su política y hasta su futbol. 

Y es, mutatis mutandis, el mismo caso de todos los países mencionados: la literatura ha sido trampolín para acceder a todo lo demás.

El caso argentino me ha interesado particularmente por su condición de laboratorio. 

Los últimos setenta años, desde que pidieron su primer préstamo al FMI, en la Argentina han estado en pugna dos modelos, dicho esto de manera muy esquemática: uno de corte keynesiano con el que se asocia al peronismo, y otro liberal-neoliberal, encabezado por la oligarquía nativa. 

Es, dicho con sus respectivos apodos, el enfrentamiento entre los “cabecitas negras” y los “gorilas”. 

Es un pique histórico tan grande, una “grieta” tan honda que no puede dar lugar a ninguna forma de conciliación, por mínima que parezca. 

Al contrario, no pocas veces se ha manifestado mediante un odio que la derecha, el gorilaje, no ha dudado en practicar por medio de bombarderos a la población civil, prohibiciones del peronismo por decreto, regímenes de facto, desapariciones, vuelos de la muerte, apropiación de bebés, endeudamiento recurrente, bicicletas financieras y todo lo que pueda ser asociado al progreso de unos pocos y rezago de la mayoría. 

Es en esta última tradición, por llamarle de algún modo, en la que encaja el gobierno de Javier Gerardo Milei (Buenos Aires, 1970).

¿Cómo llegó este orate a la presidencia de un país tan rico en lo económico y en lo cultural? Me he hecho esta pregunta porque sé que su posible respuesta responde también, con las variaciones de cada caso, a la presencia de Trump en la Casa Blanca o hace no tanto a la de Jair Bolsonaro en el Palacio de Planalto, Brasil. 

Es evidente que estos son picos salientes del tipo de gobernantes que desea el postcapitalismo: a la humanidad le sobran muchas personas y hay que cerrarles la puerta para que queden eliminadas antes de que sean un problema más grande. 

Argentina es un laboratorio periférico de este experimento exterminador, y Milei su brazo armado con motosierra. 

He tratado en el camino de estos años de acopiar toda la información pertinente para examinar el fenómeno mundial del salto al descaro discursivo de la derecha mundial: 

Maquiavelo, Francisco de Vitoria, Hobbes, Marx, Sartre, Debord, Chomsky, Faucault, Lipovetsky, Franco Berardi, Diego Fusaro, Boaventura Dos Santos, Jason Stanley, Paula Sibilia, Mark Fisher, Zygmunt Bauman, Jessé Souza, Jorge Alemán, Kohei Saito, Byung Chul Han, Jonathan Crary, entre otros. 

Para entender particularmente y de un vistazo el fenómeno Milei en su espantosa complejidad, su nefasto modelo para armar, es necesario embonar nociones de filósofos, sociólogos, economistas y hasta lingüistas, y no falta, por supuesto, que a energúmenos como Milei se les entienda como resultado de algo más general: si han llegado al poder, es porque algo en la sociedad está podrido, casi al borde de la distopía. 

Puede uno leer mucho y apenas comprender un poco, por eso sintetizo que de las aportaciones que pueden orientar un buen análisis sobre Milei el libro más ilustrativo es La nueva derecha, de la politóloga austriaca Natascha Strobl. 

De hecho, ese libro le calza como guante al pequeño déspota rioplatense y su gobierno. Basta leer a Strobl para comprender, grosso modo, el engranaje y la manera actual de gobernar en la Argentina.

Desde diciembre de 2023, cuando asumió, Milei no ha dejado de escupir disparates, insultos y mentiras, muchos con metáforas anales que se han convertido en tema de estudio para la psicología avanzada. 

No se cortó el brazo por la suba de impuestos, no quemó el banco central, no dolarizó, no dejó de endeudar al país, no mejoró la vida de los argentinos y no bajó realmente la inflación, sino el consumo. 

Tras año y medio de gobierno, el único capital que le quedaba era simbólico: se afirmaba que Milei era honrado, a diferencia de todos los políticos, seres intrínsecamente corruptos. Como ya sabemos, fue una falacia más: Milei no es corrupto, sino corruptísimo. 

Esto fue evidente el tierno 14 de febrero de 2024, cuando la estafa Libra lo agarró con los dedos en la puerta.

La mierda de los sobornos destapado por los periodistas Mauro Federico, Ivy Cángaro y Jorge Rial, acontecimiento resumido por el éxito veraniego “Alta coimera”, una parodia que juega con “Guantanamera”, famoso son cubano que en su letra incluye algunos versos de José Martí. 

Como dije, el precario capital de Milei ya era sólo simbólico, su honradez, pero tras salir a la luz pública los audios de su abogado y encargado del área de atención a discapacitados, Diego Spagnuolo, es evidente que Karina Milei estuvo recibiendo retornos o coimas del 3% por las compras gubernamentales de medicamentos a la farmacéutica Suizo Argentina. 

Esto es nomás la punta del iceberg, que ya en sí es grave pues supone que por un lado hubo recorte del padrón oficial de discapacitados y por otro la hermanísima del presidente recibía plata fresca que bien pudo servir para medicamentos destinados a la población más desvalida, la discapacitada.

Mañana domingo hay elecciones en la provincia de Buenos Aires e intuyo que el lunes 8 se acelerará el desastre de Milei, el león que terminó siendo, como dijo Myriam Bregman, un “pobre gatito”, un guiñol del poder real que pronto defenestrará a este histrión del panelismo televisivo, poseedor de inciertas credenciales académicas, receptor de premios marca Patito, lamebolas de Elon Musk y Donald Trump, sionista lumpen y caja de resonancia en Davos del oximorónico filósofo-de-derecha Agustín Laje. 

Javier Milei llegó a la política sin política, con un odio despatarrado como único recurso de su personalidad. 

Ese odio ni siquiera matizado/mitigado por el instinto de conservación golpeó a muchos: el búmeran ha comenzado su regreso.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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