Política

Pequeño antídoto antiolvido

  • Columna invitada
  • Pequeño antídoto antiolvido
  • Jaime Muñoz Vargas

Entre otras, una de las tragedias de la mente humana es su poca capacidad para memorizar. Esto es más evidente para la persona con hábitos de lectura algo voraz. Por más que se ponga empeño en retener, por más que la página se pueble con notas o en hojas aparte se asienten comentarios, pasado un tiempo a veces nada largo lo leído se diluye de la mente hasta no quedar ni un mínimo vestigio de lo que, en teoría, se iba a mantener incólume ante los embates corrosivos del olvido.

Escrita por George Steiner en alguno de sus demasiados ensayos, leí una defensa de la memorización como parte del aprendizaje, una habilidad a veces desdeñada por ciertas pedagogías que la sienten anticuada, indigna de fomento entre los estudiantes. ¿Para qué memorizar, si todo está al alcance de un telefonito con internet? No sin sorpresa de mi parte, algunos alumnos han celebrado la buena memoria que supuestamente exhibo. Agradezco la amable percepción, pero lejos estoy de sentir que tengo buena memoria.

Sé que hay portentos de buena memoria, y sé que en el pasado hubo incluso generales capaces de saber el nombre propio de cada uno de sus cientos de soldados. Lo he dicho y escrito varias veces: a los dos amigos más Funes que he conocido son Gerardo García y Gilberto Prado: ambos me han dejado boquiabierto con su capacidad de retención.

He notado que en los años recientes mi memoria de un libro se pierde a las pocas semanas, quizá a los pocos días. Lo que queda es un relente de lo leído, apenas un lejano vapor de recuerdo, y por supuesto nada de orden textual. Si vagamente recuerdo que en tal o cual libro había una frase memorable y la necesito tal cual, debo buscar el subrayado, pues me resulta imposible reconstruirla sin merma o tergiversación.

Ante la realidad del olvido que en corto tiempo arrasa las maravillosas frases e ideas que encuentro en los libros, frases e ideas que tienen toda la apariencia de ser inolvidables, he optado por un camino tranquilizador, el único que se me ocurrió para no desembocar en la amargura: gozar en estricto tiempo real y resignarme a subrayar lo que es o parece imborrable y sé que terminará olvidado. Mientras no olvide que lo subrayé, el olvido no se saldrá del todo con la suya. 


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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