Hace un par de años un amigo mío falleció a causa de una rara enfermedad llamada Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), conocida como enfermedad de Lou Gehrig, aquel famoso beisbolista de las ligas mayores. El destacado físico inglés Stephen Hawking también la padeció. Ambos fallecieron por esa causa. Hasta el momento no se ha encontrado el remedio para curarla. Recientemente me enteré que un señor a quien conozco, le diagnosticaron el mismo padecimiento. En México va en aumento.
Además de las pandemias, con relativa frecuencia surgen una serie de enfermedades raras sin que estemos preparados para combatirlas. La ciencia contemporánea se ha visto rebasada en ese sentido, aunque existen rumores de que científicos independientes han descubierto curas para un buen número de ellas, pero las gigantescas corporaciones farmacéuticas internacionales, valiéndose de su enorme poder económico, impiden que esos descubrimientos salgan al mercado porque afectaría sus finanzas.
Asumiendo que así sea, llama la atención que mientras la ciencia no ha evolucionado al ritmo de la tecnología, ésta prácticamente se ha desbordado. Desde los años 70 del siglo pasado, a raíz del surgimiento del fax y las computadoras pomposamente llamadas “PC”. La tecnología ha avanzado a tal punto que dejó atrás la más brillante imaginación. La tecnología, estimado lector, no solo afecta nuestro estilo de vida, también nuestra salud mental y emocional.
Las computadoras, los teléfonos inteligentes, los automóviles sin conductor y algunos inventos más, le han dado un viraje de 360 grados a todo lo que mi generación de finales de los 40 conocíamos. Nos tomó de sorpresa. Algunos de estos avances sirven para estimular la vanidad de cierto tipo de personas. Gente que requiere demostrar su estatus social no puede prescindir de un celular de última generación para exhibirlo ante sus conocidos.
Hoy día los automóviles que todavía requieren de conductor están dotados de sistemas tan avanzados que una persona normal difícilmente les saca provecho a todos. Algunos comentan irónicamente que para estar a la par de los avances de la tecnología tienen que estudiar ingeniería en sistemas.
Con el surgimiento de la inteligencia artificial el asunto se complica más. Algunos “visionarios” vaticinan que ese “monstruo” acabará con la especie humana.
Colofón
El hombre, artífice de los avances de la humanidad, está cavando su propia tumba con el desmedido avance de la tecnología.