Política

Inmortalidad

El llanto de un bebé en los primeros instantes de su existencia anuncia el advenimiento de un nuevo ser. Con el transcurrir del tiempo, el bebé experimentará infinidad de vivencias que lo acompañarán hasta sus últimos momentos. Así es el devenir del hombre, la historia del nacer y morir.

Desde que la especie humana emergió de la tierra, ha estado íntimamente apegada a ella para garantizar su supervivencia, su alimento; más aún, espera que esta tierra la provea de otros dones, entre ellos, la inmortalidad, la cual confirmaría la fórmula de conjugar una relación eterna: hombre y naturaleza. El hilo conductor surge de dos puntos: vida y muerte. Cada uno representa fuerzas opuestas y complementarias en armonía. Es una dicotomía entre la vida y la muerte. Es un encuentro con la realidad.

La existencia limitada del hombre hace que perciba la muerte como el fin de su vida terrena. Como una ruptura de las relaciones que lo unen con los demás de su especie. La soledad ante la muerte asusta. La confirmación de nuestra existencia persistirá mientras tengamos consciencia.

El hombre es mortal, estas tres palabras encierran la gran verdad de nuestra frágil naturaleza. El hombre es un ser biológico “diseñado” para no perdurar, para vivir unos cuantos años antes de su desintegración, es un producto biodegradable. Esta verdad difícil de aceptar, supone una condena y un reto que motiva un caudal de pensamientos profundos. Pienso, luego existo, diría René Descartes. Transitamos por esta vida como protagonistas de infinidad de historias con diferentes capítulos durante nuestra temporal existencia. Décadas atrás surgió el transhumanismo, corriente tecno-científica que centra su criterio en rebatir el dominio de la muerte. La obsesión de la inmortalidad ha acompañado al ser humano desde el inicio de su existencia. La teoría transhumanista pretende revivir el anhelo de la inmortalidad. Surge una pregunta, ¿estamos los humanos moral y filosóficamente preparados para ser inmortales? No, no estamos preparados. La inmortalidad es algo inconcebible, aunque sea un término con el que estamos familiarizados.

Cuando el raciocinio humano no encuentra respuesta a la “razón” de su existir, se rebela, es entonces cuando surgen los cuestionamientos que atizan el fuego de las dudas, éstas pueden convertirse en crisis existenciales, que provoquen aspiraciones o anhelos inalcanzables.

La inmortalidad en sentido literal, entendida como la vida eterna, es un tema recurrente que los autores de ciencia ficción han explotado siempre. En lo que a mí respecta, la inmortalidad es una quimera.

Colofón

Genéticamente, cada uno de nosotros, los humanos, somos supervivientes de nuestros ancestros. Asimismo, nuestra verdadera inmortalidad es nuestra descendencia. Nuestra descendencia es la única “garantía” de trascender en el tiempo y, paradójicamente, alcanzar la inmortalidad.


jaimemarinsr@jmarin.com

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Jaime Marín
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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