El próximo sábado será decisivo para el futuro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), su XXII Asamblea Nacional no sólo definirá las reglas de selección de candidato para la Presidencia de la República en 2018; demostrará la clase de partido que son y serán en un futuro cercano.
Los analistas han puesto especial énfasis en el tema de las reglas para la selección de candidato, lo que se defina en este punto será determinante para saber quién será el representante del tricolor en la boleta para la elección presidencial... o eso se piensa.
El primer y más visible asunto es el de la militancia, ahí se define el destino de José Antonio Meade, quien en las últimas semanas subió su rating de manera acelerada, el secretario de Hacienda es muy bien visto por el empresariado (sector que AMLO está intentando cautivar) pero no atrae a los políticos de la vieja guardia.
Entre los conocedores la afirmación es la misma: Manlio terminará amarrando un sitio en el Senado mientras que el corazón presidencial se debate entre Luis Videgaray y Aurelio Nuño, el primero autodescartado de la contienda mientras el segundo parece tener mayor interés por la CDMX.
Lo cierto es que en el caso de Videgaray no sería la primera vez que atiende una instrucción de su amigo el Presidente, recordemos que tras su renuncia a la Secretaría de Hacienda dijo que no volvería a la función pública para luego regresar a encabezar Relaciones Exteriores.
Nuño, en cambio, carga a cuestas con la reforma educativa que no ha dado resultados espectaculares en este sentido, a pesar de ello se mantiene leal al Presidente y esa virtud le ha zanjado el terreno para estar, al menos, nominado en la contienda.
José Narro cuenta con una trayectoria que supera a la de los demás candidateables pero no tiene una imagen, digamos, fotogénica; lo que lo aleja del electorado visual que se inclina por los candidatos atractivos o estereotípicos.
La participación femenina en esta ocasión está encabezada por Ivonne Ortega quien ha logrado conjuntar algunos apoyos en aras de una forma de selección poco común en el tricolor: la consulta abierta, un escenario que le mejora sus propias posibilidades.
De todo esto solo se puede concluir una cosa: lo que está en juego en el PRI no es la candidatura sino el partido mismo, la sombra de la división y hasta fractura acecha la asamblea priista pero, al mismo tiempo, perfila una remota posibilidad de salir fortalecidos si logran recuperar la esencia de pluralidad de un partido en el que alguna vez hubo cabida para todos los sectores.
