Esta historia comienza con una compra que realizó el ex embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, quien adquirió figuras de luchadores en una tienda de artesanías de Ciudad de México. El diplomático siempre ha llamado la atención por publicitar su apego por lo mexicano, empezando por la gastronomía. Es parte de lo que aquí se relatará.
Fue a finales de enero del 2021 cuando el entonces embajador visitó una tienda de artesanías en la capital del país, como se decía en un principio, y compró figuras de Luchadores de equilibrio, hecho que difundió en una red social, pues estaba por terminar su gestión y eran las últimas piezas que llevaría consigo de regreso a Estados Unidos.
Las artesanías referidas por el diplomático son elaboradas por una singular familia que tiene un taller en Chalco, Estado de México, y en San Miguel de Allende, Guanajuato; pero en su momento no se enteraron de lo publicado por Landau, hasta que José Luis Rogelio Cruz lo supo por otra persona y se lo comunicó a su sobrina Daniela.
Daniela Orozco Cruz es hija de los maestros artesanos Beatriz y Aarón, quienes, junto con Rogelio, tienen el taller de artesanías mexicanas de nombre Manos de Madera. “Mi tío Rogelio se comunica conmigo para que los ayude a contactar al señor Christopher Landau —cuenta Daniela—y agradecerle que publicara las fotos de nuestros Luchadores equilibro”.
Y fue así como el 28 de enero de 2021, añade Daniela, tuvo que registrar una cuenta de twitter como @BetyRogey, en honor a su tío Rogelio y a su madre Beatriz, ambos hermanos, para poderse comunicar con Christopher Landau y agradecerle su preferencia por sus productos.
La realidad es que Daniela desconocía el mundo de las redes sociales. “Al principio me costó mucho trabajo saber mandar mensajes”, admite. “De hecho los primeros que mandé fueron al señor Christopher Landau para buscar un acercamiento con el fin de agradecer” su cortesía.
Dice que enviaba los mensajes sin mucha esperanza de que el diplomático se comunicara con ella, ya que se trataba de “una persona tan importante”, recuerda Daniela Orozco.
Pasaban los días y Daniela revisaba su cuenta de twitter, siempre con la ilusión de que le respondiera el abogado y diplomático Christopher Landau (@ChrisLandauUSA, con 164 mil 356 seguidores), y fue hasta el 13 de febrero de 2021 cuando llegó el esperado mensaje.
“Fue mucha la alegría que sentí al saber que el señor me había contestado brindándonos su apoyo; al instante lo comenté en el taller”, expresa Daniela. “Y nos motivamos más a seguir adelante con nuestro trabajo”.
Y a partir de ese día —asegura— empezaron a llegar mensajes pidiendo más información de sus Luchadores de equilibrio y otros productos que elaboran en el taller Manos de madera.
Daniela, quien es hija de Beatriz Cruz y de Arón Orozco, empezó a colaborar en el taller a finales de 2020, lapso en el que convocó a la rifa de un Nacimiento, el cual había participado en un concurso dos años atrás, pues era necesario obtener fondos para seguir trabajando durante la pandemia.
Y fue así como los luchadores empezaron a viajar a Guadalajara, Cuernavaca, Monterrey, San Luis Potosí, Sinaloa, Veracruz y Campeche, entre otros estados, e iniciaron el envío a mexicanos radicados en Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Canadá, Alemania y Suecia.
Ha habido ocasiones, sin embargo, en que no han podido enviar sus productos a otros lugares del mundo, como son Malasia y Suiza, ya que la paquetería es muy costosa.
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Una parte del taller familiar está en Chalco, Estado de México, y la otra en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Las instalaciones de Chalco son pequeñas: tres mesitas y una máquina para troquelar. El creador de esta factoría, José Luis Rogelio Cruz Ornelas, comenzó a los 24 años.
“Tuve conocimientos de la madera en unos talleres del Seguro Social que estaban en el sótano del teatro Hidalgo; ahí daban clases de artes visuales y de diferentes cosas”, rememora Rogelio. “Nuestros maestros eran egresados de La Esmeralda y de San Carlos”.
Pero una de las principales inspiraciones, además de un tío y su madre, fue cuando en 1995 viajó a Centroamérica y visitó Siguatepeque, Honduras, donde participó en un seminario sobre madera y papel amate.
Rogelio rememora:
—Ahí veo casos de artesanos que me llama muchísimo la atención; entonces yo digo: ‘cómo es posible que estas personas puedan trabajar todo esto’. Eso me impactó mucho y es cuando, de regreso a México, me inicio como artesano.
Del entonces DF viajó a Puebla y de ahí a Tlaxcala, siempre con sus artesanías, pero el destino lo llevó a San miguel de Allende, Guanajuato, donde lo invitaron a exponer en el Museo del Juguete Popular Mexicano.
Y aunque en su taller sobresalen los luchadores, que nacieron en 2011, también hay otros juguetes, como los comedorcitos, cactus y coloridas mini sillas floreadas que adorna su hermana Beatriz.
—Pero usted tiene uno que lo identifica.
—Lo que pasa es que antes hacíamos gallitos, pero los pintábamos policromados; pero significaba un gran proceso y llegó un momento en que ya no pudimos soportar los costos. Entonces decidimos sacarlos del catálogo y en su lugar hicimos diseños de luchadores.
—Y ahora los luchadores son la estrella.
—Es nuestra carta de presentación, por así decirlo.
—¿Qué tipo de material usa?
—Madera de primera calidad, madera estufada, porque también hay que comprometerse con el medio ambiente.
—Y qué siente que el embajador se haya fijado en ustedes.
—Nos da mucha felicidad que personas con tanta preparación puedan admirar nuestro trabajo, verdad, además de impulsarlo.
Primero hace el diseño y después corta con precisión. En el proceso aplican pinturas acrílicas, que no son tóxicas, y su creatividad los ha llevado a ganar algunos premios otorgado por El Museo del Juguete Popular Mexicano, que tiene 3 mil 500 obras originales, coleccionadas a lo largo de 57 años. Es dirigido por la señora Angélica Tijerina.
“Hemos tenido la fortuna de ganar dos premios: en el año 2012, con una casita de muñecas, de arquitectura sanmiguelense, y otro en 2019, con una muñequita para vestir, que se le cambian los trajes; son cinco trajes regionales”, comenta Rogelio. “Este diseño fue inspirado en las muñequitas de papel, aquellas que eran recortables y le cambiaban los trajes, solo que nosotros la hicimos con madera”.
En la cadena de producción, que es poca, participan su hermana Beatriz y su cuñado Aarón Orozco García. La hija de ambos, Daniela, se encarga de las relaciones públicas y del envío de pedidos. Todo es manual. Por eso el taller se llama Manos de madera. La paciencia es básica.
“En el caso de los luchadores nada más me los cortan, me los ponen en crudo, que yo les llamo así, y a partir de aquí los lijo, les doy el fondeado blanco, y posteriormente pasan a un color”, describe Aarón.
—Qué siente hacer este trabajo.
—Muy bonito, me entretengo mucho, me gusta. Esa es la palabra: me gusta hacerlo. Lo hago con mucho cariño.
—Y calidad.
—Calidad, claro. Yo soy muy exigente en mi trabajo. Me gusta hacerlo bien hecho, pues estos productos salen fuera del país. Me gusta que digan que es mexicano y que sea de calidad, no del montón.
Y aquí también está su esposa, Beatriz Cruz Ornelas, cuya intervención es única y en la decoración de cada juguete.
“Mi hermano me invita para el proyecto de una muñequita; yo no sabía nada, pero como él sabe de todo, me enseñó a hacer mis flores, y a raíz de la muñequita, que ganó el premio en el Museo del Juguete, empecé a practicar y ahora yo soy la que pinto y decoro varios juguetitos”, relata Beatriz.
—Y qué sintió cuando ganó el premio.
—Pues mucha emoción. Ni me lo creía, porque el día que me hablaron desconfié; ya hasta después supe que era real, que tenía que recoger mi premio, me tenía que ir a presentar para recibir mi diploma.
—Su trabajo es, sobre todo, pintar.
—Sí, hacer flores, decorar; por ejemplo, la elaboración de mi mesita: mi hermano la corta, yo la lijo, le doy una mano de pintura blanca, después el color, y así ya está el terminado con mis flores.
—Y ninguna flor es igual; todas son diferentes— comenta Daniela, su orgullosa hija, quien durante la pandemia se incorporó al equipo.
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“Mi trabajo consiste en darles a nuestros clientes información detallada de todos nuestros productos que laboramos en el taller Manos de madera, así como empaquetar, llevar la paquetería y darles un seguimiento hasta que nuestros clientes tienen los juguetes en sus hogares”, detalla Daniela Orozco.
“A muchos de ellos les pido de favor que nos compartan fotos”, añade Daniela, quien describe lo que dicen los clientes: “De sus luchadores hacen repisas e inclusive vitrinas especiales para colocarlos en sus paredes”.
—¿Qué significa todo esto para ustedes?
—Cada cliente tiene un valor especial en nuestro taller; yo que tengo contacto directo con ellos —precisa Daniela—, aprecio mucho y agradezco de todo corazón el apoyo que nos han brindado al comprar nuestros productos, no solamente los luchadores, sino también lo demás que laboramos, a pesar de la difícil situación económica que estamos pasando por esta pandemia.
Y al retomar el tema del ex embajador Christopher Landau, comenta Daniela, “en una ocasión él publicó que regresaría a México de visita al estado de Puebla; entonces yo lo contacté para hacerle llegar un pequeño detalle en agradecimiento al apoyo que nos ha brindado”.
—¿Y qué pasó?
—Él, muy amable, me dijo la fecha exacta en que iba a venir a Puebla; así que organizamos el envío de un carrito rompecabezas y un mini comedor. Y él se dio el tiempo para tomarse una foto con nuestros productos y compartirla con nosotros, a pesar de todas las actividades que realizó en ese viaje.
—¿Y qué piensa de todo eso?
—Nos llena de satisfacción que un diplomático aprecie nuestro trabajo como artesanos mexicanos que somos.
Y aquí está la familia Cruz Orozco, amable y de buen ánimo, agradecida con la clientela, profesional en su producción de juguetes, aunque en baja escala, pues refieren calidad que cantidad.
Humberto Ríos Navarrete