Cultura

Maltrato y rescate animal

El albergue Properro está en Cuautepec Barrio Alto, Gustavo A. Madero, una de las delegaciones donde más pululan perros y gatos callejeros; otros, en cambio, son arrumbados en patios y azoteas de la ciudad.

La asociación civil, según su fundador Antemio Maya Pindter, tuvo un origen no planeado, pues empezó a recoger uno que otro perro lastimado, atropellado o torturado por sus dueños. Lo que hacía era llevarlos a su casa.

Y así creció, de uno en uno, el número de animales rescatados, por lo que pensó en algún lugar más propicio. El problema es que se complicó la situación, pues hubo problemas económicos, familiares y de salud.

El hombre, de profesión ingeniero, sabía que muchos animales en esas condiciones podían salvarse con ayuda, que él hacía con gusto, pero la mayoría eran hembras, casi todas cargadas, de modo que la familia crecía.

Las hembras le causaban más tristeza y ansiedad, ya que “no hay nada más triste” que ver una o varias con sus crías indefensas. Esta realidad la veía, y la sigue viendo, como un ejemplo de cómo el ser humano se degrada.

Y más.

Un día, mientras buscaba un perro, el camino lo llevó al antirrábico. Lo primero que vio quedaría grabado en su memoria: los perros se aglomeraban, desesperados, como si supieran que su destino sería morir electrocutados.

—¿Electrocutados?

—Sí, como el peor de los criminales; claro, el delito de ellos era no tener un hogar que los cobijara —relata, mientras acaricia a Coby, cruza de french poodle que, presurosa, baja las gradas de la escalera. Fue rescatado hace dos años.

También fue rescatada Pepita, ciega y anciana, de raza criolla, que fue llevada por sus dueños a las puertas del matadero oficial.

Sucedió hace un mes.

Una madre de familia, acompañada de sus hijos, aparentaba consternación mientras abrazaba a Pepita.

El ingeniero Maya preguntó por qué lo hacían. La mujer dijo que Pepita estaba vieja, ciega y sorda, además de tener una hernia. Maya pidió que se la regalaran.

Pepita también baja las escaleras, sin evidenciar mucho sus problemas, pues pronto aprendió el entorno de su nuevo hogar.

Y fue a partir de que descubrió que la población de hembras cargadas iba en aumento, Maya se propuso esterilizarlas.

Habían pasado poco más de 30 años, hasta que el 3 de marzo de 2003 nació Protección del Perro Callejero.

Cuadras abajo del albergue está el consultorio médico veterinario. El servicio, comenta mientras lo muestra, “es a bajo costo para personas de pocos o nulos recursos económicos, pero que quieren mucho a sus animales de compañía”.

Este hombre, que ha participado en múltiples foros donde discuten leyes de protección animal, ha recibido reconocimientos por su labor, como un pergamino entregado por la Presidencia de la República en 2004.

“He luchado y seguiré luchando para que desaparezcan los antirrábicos y se conviertan en Centros de Salud y Bienestar Animal”, promete.

Y va por buen camino.

***

“Un albergue no debe existir”, opina Artemio Maya, mientras se hace un silencio en el inmueble, donde la presencia de extraños despierta cierta inquietud entre los habitantes caninos y gatunos, que permanecen en amplio espacio, protegido por una malla.

“El hecho de que tenga aquí cuarenta y tantos animales y 33 gatos”, agrega, “nos indica que hay exactamente el mismo número de personas irresponsables que los echaron a la calle o que los maltrataron tanto, que de ahí los rescatamos; los albergues no deberían existir en una ciudad o en un país medianamente educado”.

En todos los países desarrollados les dan mucha importancia al cuidado de los animales y a evitar el maltrato “porque es donde inicia la violencia en un niño o en un joven”, dice Maya, quien van más allá: “Un niño que puede maltratar a un animal sin ninguna consideración, como algo gracioso, como una travesura infantil, será un adulto cuya familia lo visitará en un reclusorio”.

—¿Por eso surge Properro?

—Aquí en Cuautepec encontramos muchas hembras que tienen sus crías en la calle y que son motivo de maltrato; entonces, por lo menos, empezamos a esterilizarlas para que no nacieran tantos. Tenemos, afortunadamente, muchísima gente que nos apoya, nos ayuda. Llevamos casi 15 años aquí y la gente está muy contenta.

—¿Qué se necesita para que termine el maltrato?

—Educación desde la primaria para que el niño sepa que un perro, un gato, es un ser que siente, que da cariño, que da compañía y, sobre todo, algo que se ha olvidado, que es la lealtad: el perro jamás nos abandonará y nosotros sí. El 90 por ciento de los perros que se compran es capricho de un niño. El niño crece, se va y anda con la novia; entonces, qué hacemos, pues a la azotea, ¿no?, al balcón o a la calle, al fin que se va hasta el mercado y regresa, pero normalmente no regresa, entonces ese es un perro de la calle…

***

Guadalupe Guerra, Lupita, es una voluntaria que se unió al equipo de esta asociación civil hace 13 años, junto con sus dos pequeños hijos, y ha puesto todo su empeño en esta tarea, misma que le ha permitido apreciar el fenómeno.

Desde hace tres años, invitada por Maya, es directora del albergue de Protección del Perro Callejero AC.

Dice que han sido los años “más maravillosos y gratificantes de mi vida al ver rehabilitados y felices a tantas vidas”.

Una frase que para ella es muy significativa, dice, es de Mahatma Gandhi: “Sostengo que cuanto más indefensa es una criatura, más derechos tiene a ser protegida por el hombre contra la crueldad del hombre”.

“Muchos de los animales rescatados por Properro”, dice Lupita, “llegan en condiciones increíblemente inhumanas, siendo víctimas principalmente del abandono, la indiferencia y la maldad”.

—¿Por qué decidieron no poner un letrero de albergue?

—Es que si supieran que es un albergue, un refugio, la gente abandonaría muchísimo más a sus animales; aquí diariamente viene un promedio de cinco personas a querer abandonar a sus animales.

—¿Cuál es el filtro que usan ustedes?

—Para la persona que quiere adoptar, se les envía un formato de adopción vía correo electrónico, que es angelesdecuatropatas@live.com.mx, y, si quieren venir como voluntarios, también se les hace un pequeño formato, donde nos explican un poquito a qué se debe que quieren venir y por qué quieren hacerlo.

—¿Es verdad que hay personas que intentan engañar en algunas adopciones?

—Sí, es muy dado también que busquen adoptar animales negros o blancos para trabajos de santería; por eso se debe hacer un filtro para ver si la persona realmente es buena adoptante o solamente los quiere para dañarlos.

—¿Llegan muy maltratados los animales?

—Bastante.

—¿Como cuál?

Coby es un perrito al que le perforaron sus orejas para ponerle aretes, probablemente, o arracadas. Tiene un hoyo de un lado y el otro está rasgado. Es un perrito muy cariñoso, muy juguetón. Lo más común es que vengan lastimados, heridos, atropellados o enfermos de sarna, que es un problema muy frecuente.

—¿Ustedes tenían nada más un albergue para perros, pero hicieron un anexo para gatos también?

—Aquí se inició rescatando a tres gatitos, uno de ellos incluso fue perforado de una pata como si lo hubieran querido crucificar; ahorita contamos con 31 gatos, por eso es que se creó esa área y la mayoría está en adopción.

En esta labor han descubierto que el maltrato hacia los animales es un reflejo de la conducta violenta de familias entre las que un día cohabitaron.

O malvivieron.

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Humberto Ríos Navarrete
  • Humberto Ríos Navarrete
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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