En esta entrega no vamos hablar del robot inteligente y codicioso de la literatura de ficción o de las películas futuristas que arrebata el mundo a los humanos y los hace esclavos. Revisaremos sus entrañas, bueno, como si las tuviera. Lo veremos en su estado natural. Cómo se construye, cómo se mueve, cómo ve, cómo toma una determinación.
El libro “Los robots” de Pierre-Jean Richard, publicado en 1979, nos lleva de la mano y nos introduce en el robot que ayuda en las tareas difíciles o extremas, el robot industrial y desde luego, el de la inteligencia artificial.
Texto enmarcado en el género didáctico cuya finalidad es adquirir aprendizajes de un tema en específico. Cultivado desde la antigüedad griega junto a la épica, lírica y dramática. Aunque estos géneros de manera general están destinados para que la humanidad obtenga una superación a través de distintos preceptos, el didáctico está especializado en la enseñanza.
Lo primero que subraya el autor es que el vocablo robot fue inspirado en la palabra checa “robota” que significa: Trabajo duro, periodo de servicio, yugo o aparato que sirve para sujetar a los bueyes. Como dijimos, la obra tiene un sentido didáctico y él no abunda en la historia del robot. Por nuestra parte añadiremos que la palabra robot aparece por primera vez en 1921 con el estreno de la obra de teatro “Los robots universales de Rossum” del dramaturgo Karel Capak quien atribuye el nombre a su hermano.
Asimismo señalaremos que desde la antigüedad, los humanos siempre nos hemos interesado en la construcción de artefactos mecánicos con formas de animales o de humanoides, como “La paloma” del matemático griego Arquitas de Tarento, que funcionaba con vapor, las máquinas de Herón de Alejandría, con presión de aire, que entretenían a los devotos en los templos, el reloj de Su Sung con figuras mecánicas que daban las campanadas o los cuatro músicos humanoides de Al Jazarí que amenizaban las fiestas reales.
El robot se caracteriza por la facultad de actuar sobre su medio y tomar decisiones (hoy aún, con relativa autonomía) mediante sistemas mecánicos, eléctricos, fuerzas magnéticas (que intervienen a distancia sobre objetos metálicos), rayos láser (que transportan la energía a lo lejos) o cámaras (que reciben imágenes y deciden en el entorno) siempre y cuando exista una orden y sea a través de sistemas computarizados (lenguaje artificial) que permitan la acción. En conjunto estas son las diferencias con una máquina cualquiera.
De ahí que para darle “vida” a un robot, intervienen las ciencias como la física, mecatrónica, informática, matemáticas, animatrónica, entre otras, todas unificadas en la ciencia de la Robótica, palabra acuñada por el bioquímico, escritor y divulgador de la ciencia Isaac Asimov, para referirse a este novedoso campo de estudio.
Con esta enumeración vayamos a uno de los ejemplos del autor para entender de modo generalizado todas las acciones que debe pensar alguien que desee hacer un robot, claro está, una vez que tenga su estructura externa e interna. “El robot y el perno”, en una habitación vacía, en medio, se cuelga un perno, en el suelo un robot y una caja. El robot no puede alcanzar el perno, a menos que se suba a la caja. La pregunta es: ¿Cuáles serán las secuencias de acción que debe efectuar el robot para tomar el perno?
Aquí es donde se despliegan las enseñanzas del autor ya que el interesado tendrá que revisar, con él, las relaciones (robot-suelo) (robot-caja) (ubicación-caja) (perno-suelo) (perno-robot) para dar (como inicio) la ubicación de cada objeto hasta llegar a la solución, el robot toma el perno. Antes habremos pasando por conocimientos, vectoriales, logarítmicos, estadísticos, matemáticos, todo explicado de forma esquemática y con gráficas.
Lo que nos deja el libro es que un robot, tanto industrial como de inteligencia artificial, movidos por cualquier medio de energía y sistema, tendrán un lugar realmente especial en la vida de los seres humanos.