Política

De Federico Gamboa: Santa (y la Oncología: la ciencia del cáncer)

La novela trágica “Santa”, escrita en 1903 por el literato mexicano Federico Gamboa Iglesias, fue adaptada para cine cuatro veces (1918 –película muda-) (1932 –la primera película sonora mexicana-) (1943 y 1969). También fue llevada a la televisión en 1978 con 14 episodios.

Nos habla de la vida de una prostituta, Santa, que llega a los 19 años a un burdel en Ciudad de México después de que su madre y hermanos la echan de casa porque “ha denigrado a la familia”: la embarazó un militar y ella abortó.

Definamos oncología: “Del griego oncos, masa o tumor, y logía, ciencia. Especialidad médica que diagnostica y trata las neoplasias -con especial atención en el cáncer- por medio de quimioterapia, terapia hormonal o medicamentos. Realiza la extirpación de tumores y tejidos circundantes”.

Vayamos a la obra: inicia con la llegada de Santa al burdel de Elvira, una mañana con mucha gente y negocios abiertos. Quiere irse, piensa: “Con tanta gente que de fijo sabían lo que iba hacer”. Es recibida por Pepa, la que dirige. Mujer práctica.

Ve a Santa, la toca, dice que está dura y hermosa. Sin su permiso la lleva de inmediato a la autoridad sanitaria para que la revisen y den el permiso de trabajo: “La hurgaron con un aparato de metal. Los doctores reían. Pensó: ¿Por qué se burlan de una mujer? Se dijo: No era mujer, no; ¡era una…! De nuevo quiso irse”.

Al otro día, Elvira le avienta “un catecismo completo de una prostituta moderna y de una casa elegante”. Asegura que con su belleza “se puede tener coche, joyas y mucho dinero”. Agrega: “Y esta noche, risueña y amable con los que paguen; y nada de lloriqueos, si te vas, los gendarmes te regresan, porque ya estás registrada y eres mía”.

Comienza la vida de Santa en el burdel. Rápido se hace famosa y deseada por los más ricos y poderosos, todos se disputan su compañía y caricias, sin importar el precio, esperan semanas para hacerla suya, llevarla al teatro o a bailar en los sitios de moda.

Hay tres especiales, Hipólito el ciego, pianista del burdel: “¡Qué lindo tocaba y qué horroroso era! Picado de viruela, con sus horribles ojos blancos”. El famoso y esbelto torero español El Jarameño, al que Santa le niega su cuerpo por más que la asedia con regalos y pide que viva con él. El adinerado Rubio, que decía que si vivían juntos le compraría una casa.

Al tiempo Santa se va a vivir con el Jarameño en una posada. Así conoce el lapso angustioso de un torero antes de una corrida. Pero él no quiere que lo acompañe, por el mal agüero. En una de esas tardes, Santa, aburrida, engaña al Jarameño con un inventor que vivía ahí. El Jarameño regresa, los ve, enojado le tira una puñalada a Santa. No le da, pega en su virgen, dice que ella la salvó y la corre. Ella regresa al burdel.

El ambiente del lugar ya no es igual. Decide irse con Rubio, este le pone casa y criadas; todo parece ir bien, hasta que el sujeto saca su yo real: la agrede, la insulta. La presión y un dolor que le aparece a Santa la lleva a refugiarse en el alcohol. Un día Rubio la echa de la casa.

Santa no regresa con Elvira, busca trabajo en otros prostíbulos, todos de mala muerte. El dolor se hace irresistible, crece su alcoholismo, sucia y siempre borracha, la corren de todos lados. Ha caído muy bajo. Busca a Hipólito, él acude solícito con su lazarillo, un niño.

Hipólito feliz la lleva a su casa, por fin la tiene para él. Le quiere hacer el amor pero ella no puede por el dolor. Llaman un doctor, quien dice que se trata de un cáncer incurable, y solo una operación muy difícil y costosa, una histerectomía (extirpación del útero) le daría algo de vida. Hipólito paga con los ahorros de su vida. Santa pide que, si muere, la sepulten junto a su madre.

En la operación, en efecto muere. Hipólito está abatido. La entierra como pidió y acuden solo el ciego y su lazarillo.

Hipólito “le mandó a poner una lápida solo con el nombre de Santa en grandes letras para poder leerlo y releerlo de la única manera que sabía: con el tacto de sus dedos”.


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Hugo G. Freire
  • Hugo G. Freire
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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