Qué lejos de la realidad está la narrativa del gobierno federal al decir que a México le fue muy bien con el tema arancelario impuesto unilateralmente por el presidente Trump y que ello fue gracias a la gran intervención de nuestra presidenta Sheinbaum.
Canadá no cedió en nada e incluso fue contestatario a las políticas de Trump y México optó por ceder en todo, y de todas formas obtuvo el mismo trato, ya que el Departamento de Comercio engañó a todos con su teórica fórmula para fijar los aranceles, la cual decían que era “muy compleja”, inclusive la presentaron como ecuación matemática con letras griegas, pero a lo largo del día de ayer diversos economistas demostraron que en realidad simplemente dividieron el déficit comercial de USA con cada país entre las importaciones y el resultado, en términos de porcentaje fue lo que se fijó a cada país, fijando un mínimo general del 10%. La excusa para levantar ese muro arancelario es que a juicio de este, “nuestro país ha sido saqueado, expoliado, violado y robado”, y cree que con esa medida llevará al país vecino a una época de oro y bonanza, aunque la mayoría de economistas consideran muy probable que se meta en un problema de inflación y recesión económica sin precedente. Su apuesta es recaudar miles de millones de dólares de los aranceles que le permitan financiar programas sociales y rebajar impuestos como el de la renta y además impulsar la producción industrial del país al incrementar el mercado interno encareciendo los productos importados, pero no todo es conveniente para USA, ya que muchos estados de la Unión Americana podrán verse seriamente afectados en su economía, en especial Texas, California, Michigan, Illinois y Florida en mayor medida y otros más, por lo que también del otro lado del Río Bravo hay mucha molestia.
Dijo Trump, “yo no quiero autos de Canadá, no quiero autos de México, quiero que las compañías automotrices construyan aquí”.
A nuestro país le recetó un 25% de arancel a las exportaciones de automóviles, un 25% de arancel a todas las exportaciones que no estén incluidas dentro de los artículos protegidos por el Tratado Comercial TMEC, un 25% de arancel al acero y 10% en derivados de aluminio, incluyendo cerveza y latas vacías.
En los demás productos incluidos en el TMEC nuestro país la libra por el momento, sin embargo, se prevé una renegociación muy complicada, ya que ayer en su show mediático de lanzamiento de los aranceles en la Casa Blanca, que él llamó el “día de la liberación”, proclamándolo como “el día de la independencia de los Estados Unidos”, señaló que “desde el comienzo del TLCAN fue el peor acuerdo comercial jamás hecho, fue un horror”, por lo que solicitará el apoyo de su Congreso para terminarlo, situación que de seguro no ocurrirá, pero impondrá una serie de condiciones muy gravosas para México.
Esa narrativa de nuestro gobierno federal señalando que a México le fue muy bien en la negociación y que la economía del país está requetebién, es completamente falsa, pues una de las principales fuentes de divisas es precisamente la exportación de automóviles. Ya varias automotrices están parando actividades en México y planeando mudar sus operaciones al país vecino con la consiguiente pérdida de empleos. Stelantis anunció ya una pausa en sus plantas en el país, lo mismo en la industria electrónica y las alemanas quieren exportar sus vehículos al amparo del TMEC para no pagar el impuesto, lo que implica un alto grado de integración nacional.
No hay ninguna buena noticia para México, nuestra economía no está nada bien, las finanzas tampoco y, de acuerdo a los precriterios de política económica que acaban de publicar, va a crecer aún más el endeudamiento del gobierno federal, solo para mantener sus programas de dádivas electorales. Si bien nos va creceremos un 1.5% en 2025 ¿Dónde está ese triunfalismo?