Publicó el INEGI los datos correspondientes a la llamada “economía informal”, correspondientes al segundo trimestre del año en curso, cifras nada alentadoras, ya que, contrario a lo que ocurre en cualquier país del primer mundo, las cifras en general muestran que mucha gente se mueve de la economía formal debidamente registrada ante las diferentes oficinas gubernamentales y cubriendo sus impuestos hacia el lado oscuro donde nadie la controla y menos cubre sus obligaciones fiscales.
El primer dato alarmante en ese periodo, la economía informal creció 1.9% cuando la economía del país, gracias a Morena, no crece ni siquiera el1% anual, y en algunos estados de la república creció a gran velocidad, como en la Ciudad de México, donde creció este indicador el 5.6%; en segundo lugar Baja California Sur, donde creció 5.5%, empatado con Guanajuato y Tamaulipas con 5.3%
La entidad que menos creció fue el estado de Campeche. Debido a la desgracia en la que Pemex ha hundido la zona al no pagar a sus proveedores hasta la economía informal se vio afectada en un 12%
Estos indicadores se verán incrementados a partir de 2026 dado al incremento al salario mínimo nacional anunciado el día de ayer en un 13%, lo que afectará en forma considerable a la micro, pequeña y mediana empresa, ya que el rubro de salarios en este tipo de empresas es alto y les pega directamente. Si el mercado lo permite, intentarán trasladar el impacto de ese incremento al consumidor o migrar parcial o totalmente a la economía informal. El gobierno y las cúpulas empresariales creen que podrán controlar la inflación que esta alza de seguro provocará, apostando que al ganar más los trabajadores se multiplique la demanda interna, sin embargo, la economía de nuestro país está sostenida con alambres y cualquier mal cálculo podría derrumbarla.
Luego proponen, vía reforma constitucional, incorporar la jornada obligatoria de cuarenta horas a la semana, pero conservando la jornada seis días de trabajo por uno de descanso, llegando a ese límite paulatinamente reduciendo de las 48 horas actuales, dos horas por año hasta llegar al año 2030, iniciando este proceso a partir del 1 de mayo de 2026.
Además, el proyecto prevé que el tiempo extraordinario no podrá exceder de 12 horas por semana, con límite de cuatro horas por día y solo en cuatro ocasiones semanales. Este ajuste también entraría en vigor paulatinamente de 9 horas en 2026 hasta 12 horas en 2030.
Para evitar que los patrones reduzcan el salario de los trabajadores paralelamente a la reducción de horas se establece poner un candado legal para impedirlo.
Imagine usted que tiene un pequeño taller o un restaurante que trabaja los siete días de la semana, gran parte de sus costos provienen del pago de la mano de obra, pero recordemos que un aumento en el salario provoca además un incremento en lo que se paga de cuota patronal al Seguro Social, al Infonavit, Impuesto de Nómina y en algunos casos el trabajador también se verá impactado con el Impuesto Sobre la Renta. Además, la reducción a 40 horas semanales obligará al patrón a contratar personas extra para cubrir esas horas faltantes. No todos los negocios podrán soportar esto.
Los grandes empresarios felices, las micro y pequeñas empresas sufrirán con ello y muchos de ellos migrarán a la economía informal, que en México es enorme.
