Cultura

El pajarito de Lorena

  • Sentido contrario
  • El pajarito de Lorena
  • Héctor Rivera

Lorena, toda vestida de negro y envuelta en lágrimas, agachó la cabeza y soltó un sollozo estremecedor. Al fondo de la sala, su abogado agitaba en el aire sus bragas desgarradas. Se dio cuenta de que lo poco que quedaba de su intimidad estaba expuesto a la vista de todos.

Solo faltaba que exhibieran el pene de su marido. En realidad faltaba muy poco para que sucediera. De hecho, ese era el tema del juicio en el que debía responder por agresiones violentas contra su pareja. Después de todo, ya era conocida por todos con el sobrenombre de “la castradora de Virginia”.

Sin proponérselo, pudo disfrutar en el curso de aquellos días de las virtudes de la justicia estadunidense, cuando fue sometida a dos procedimientos judiciales. Por azar, pudo contar con la participación del mismo fiscal en las dos ocasiones. Una vez fue considerada como una frágil e inocente víctima de un militarote abusivo. En la otra, el mismo fiscal la definió como una mala mujer dispuesta a sacar provecho de su marido aún mediante la violencia.

Lorena perdió el primer juicio. Sus bragas desgarradas no tuvieron la suficiente elocuencia para probar la violación que había sufrido de parte de su marido. Que habían sido cortadas con unas tijeras, alegaron los defensores de su pareja.

Ecuatoriana, pequeña de estatura y muy católica, empleada en un salón de belleza, Lorena Gallo comenzó a frecuentar a John Bobbitt, un ex marine de anchas espaldas y ojos azules, en 1988, a sus 18. Tenían casi un año de amorío cuando John, de 21, le pidió matrimonio. Un mes después de casarse, John comenzó a golpearla con frecuencia, abusaba sexualmente de ella, la insultaba.

Lorena soportó casi cinco años de golpes, insultos y abusos sexuales, hasta que una noche, el 23 de junio de 1993, fue a la cocina, regresó a la cama donde John dormía, se metió bajo las sábanas y le cortó el pene. Los detalles del incidente los ha relatado el gran maestro del Nuevo Periodismo Gay Talese en Vida de escritor. Después de su acto de suprema venganza, Lorena sube a su auto y toma por la avenida más cercana. Cuando quiere virar, se da cuenta de que algo le estorba para hacer girar el volante. Mira su mano y descubre que lleva en ella el pene ensangrentado de su marido. Lo arroja por la ventanilla y alcanza a verlo perderse sobre la hierba de un jardín.

La policía y los paramédicos realizaron una pesquiza ejemplar, que los condujo a aquel jardín, de donde fue recuperado el pene y remitido a un hospital con su propietario, donde fue reimplantado.

Al final todos quedaron más o menos contentos. Lorena fue finalmente declarada inocente; John recuperó la función de su aparato reproductor de tal modo que llegó a desempeñarse como actor porno. A este cuadro de enfermiza felicidad se ha sumado ahora Amazon, que está exhibiendo su serie titulada Lorena. Por supuesto, habrá que verla.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.