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Otra resiliencia es posible

  • Economía empática
  • Otra resiliencia es posible
  • Héctor Farina Ojeda

Hablar de resiliencia en América Latina es redundancia. Una perogrullada. En este subcontinente acostumbrado a las crisis, la desigualdad, la pobreza y la injusticia, la resiliencia -esa capacidad de sobreponerse a lo adverso para lograr algo bueno- es casi una segunda piel. O la primera. Si dibujáramos a trazo limpio el imaginario del latinoamericano seguramente tendríamos que resaltar su fortaleza ante lo adverso y su coraje matizado por el sentido del humor para emerger de cuanta crisis aparece. El estado de crisis es endémico y dentro de ese estado aparecen otras crisis que cambian sus apellidos: económica, de salud, educativa, de gobernabilidad, de empleo, etc.

Ahora que estamos en pandemia y que hemos visto con lupa todas las grietas de nuestros sistemas de salud, de nuestra educación y de la capacidad de gestión de los gobiernos de turno, es obvio que requerimos de una recuperación y de una reconstrucción gigantesca. Más que levantarnos luego de la caída para seguir el camino, es tiempo de andar de manera diferente, en busca de nuevos destinos y tratando de seguir mejores caminos. La recuperación para volver al mismo estado de precariedad, pobreza y marginalidad no debería ser una opción, aunque con indicadores se la disfrace con expresiones como “recuperación a niveles previos a la pandemia”.

Si pensamos en la economía latinoamericana en su conjunto, la pandemia no sólo golpeó a economías desiguales, con elevados niveles de pobreza, sino que profundizó los males, ensanchó las diferencias y mermó la ya limitada confianza. Los títulos de las noticias dan cuenta de que los multimillonarios no sólo se recuperaron sino que incrementaron notablemente su riqueza; en tanto los otros números dan cuenta de que en América Latina hay 26 millones de personas que se sumaron a la pobreza. Sin pandemia, la desigualdad era escandalosa. Con pandemia, peor.

Además de los estragos que sigue causando la variante Ómicron, las proyecciones económicas para América Latina no son las mejores. Para 2022 se espera un crecimiento de apenas 2.9 por ciento, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Europa, Estados Unidos, Asia y África tendrán mejores desempeños, lo cual nos ubica en un escenario que conocemos muy bien: los latinoamericanos somos los más afectados, los que más necesitamos buenos resultados económicos, pero seremos los menos beneficiados.

La cuestión de fondo es pensar en que la resiliencia latinoamericana debe ser diferente: no basada sólo en grandes indicadores, no con recuperaciones que concentran riquezas en pocas manos al tiempo que dispersan migajas en la mayoría de la población. La recuperación de los empleos no es suficiente si no se recuperan los buenos salarios, las buenas condiciones laborales, el poder adquisitivo y la calidad de vida. No es justo seguir esperando resiliencia de la gente cuando se le empeoran sus condiciones. Hay que hacer algo más. Hay que construir otra resiliencia, más acompañada, más social, más educativa, más humana, más de todos.

Héctor Farina Ojeda

@hfarinaojeda

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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