Negocios

Educación, el camino finlandés

Uno de los ejemplos más notables de cómo la educación puede lograr resultados importantes en la economía es Finlandia. Este país europeo que tiene inviernos profundos y prolongados es una referencia de cómo la apuesta por la educación es la estrategia más sólida para lograr una economía pujante y ostentar los mejores niveles de calidad de vida del mundo, así como una pobreza mínima (ellos hablan más bien de “riesgo de pobreza”) y una limitada desigualdad social. De ser un país dependiente de una economía forestal, mediante la educación ha logrado convertirse en uno de los grandes referentes mundiales en tecnología.

En el libro ¡Basta de historias!, del periodista argentino Andrés Oppenheimer, se cuenta el caso de cuando la economía de Finlandia quebró en 1993 tras la pérdida del apoyo de la recientemente desmembrada Unión Soviética. Curiosamente, la receta finlandesa para enfrentar la crisis fue duplicar su inversión en ciencia y tecnología. En pocos años, este país no sólo se recuperó de la crisis sino que se convirtió en el principal productor y exportador de teléfonos celulares del mundo: del conocimiento y las investigaciones salieron ideas que se convirtieron en avances tecnológicos, emprendimientos y grandes corporativos que generaron ingresos millonarios para el país.

Entre los resultados de una educación de calidad en todos los niveles, se destacan los trabajadores capacitados que no solamente se adaptan a los cambios constantes en la tecnología y el mercado laboral, sino que también son impulsores de la innovación y el emprendimiento. Otro aspecto importante es el pensamiento crítico, que hoy es considerado como una de las habilidades más valiosas para el futuro del trabajo, que se fomenta en los estudiantes desde la educación inicial hasta la universitaria. También la creatividad, la capacidad de resolver conflictos y la conciencia medioambiental se fomentan desde las escuelas.

La calidad educativa finlandesa mejora la productividad laboral y eso se nota en el mercado de trabajo no sólo por los resultados para las empresas sino en los salarios, en las condiciones laborales y en los beneficios para los trabajadores. Al tener una buena educación, el acceso a las oportunidades es mucho más equitativo y también son equitativos los resultados en cuanto al equilibrio social: los niveles de desigualdad son de los más bajos del mundo. Con un sistema de impuestos progresivos que busca el equilibrio, los que viven en la “pobreza” tienen un acceso asegurado a la educación, la salud y a beneficios sociales.

Cuando vemos el caso finlandés, la pregunta es por qué en América Latina la apuesta parece ser la contraria: cada vez que hay una crisis lo primero que se recorta es el presupuesto de educación. La inversión en ciencia y tecnología es inferior al 1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que Finlandia destina más del 3 por ciento. Si la apuesta del éxito finlandés es la educación, ¿Cuál es la nuestra?


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Héctor Farina Ojeda
  • Héctor Farina Ojeda
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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