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Economías en entornos difíciles

  • Economía empática
  • Economías en entornos difíciles
  • Héctor Farina Ojeda

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advirtió que las economías latinoamericanas se encuentran en un entorno complicado para lo que resta del año y para el siguiente. Entre los principales problemas que se enfrentan en este momento están el escaso dinamismo global, las altas tasas de interés, el bajo consumo interno y una disminución del intercambio comercial. Pero, como bien dice el organismo, no se trata de problemas momentáneos sino que el escaso crecimiento de la región es una tendencia que viene desde hace varios -muchos- años.

En el contexto latinoamericano, las proyecciones son de un 2.2 por ciento de crecimiento en 2023 para todos los países. En el caso de México, los resultados se encuentran por encima del promedio: la Cepal estima que la economía crecerá 3.6 por ciento. En los últimos años no fue nada habitual que México aparezca por encima de la media en tasas de crecimiento, ya que sabemos que uno de los principales problemas de la economía mexicana es que no crece a tasas importantes y que en los últimos 30 años apenas ha promediado 2 por ciento de repunte anual. Los vientos de hoy son favorables por la relocalización de empresas en la frontera con Estados Unidos y por la recuperación importante de la economía del vecino del norte.

Cuando nos dicen que enfrentamos entornos difíciles, ambientes complicados, o coyunturas poco favorables, en realidad nos están repitiendo un discurso que conocemos de memoria porque responde a economías precarias, dependientes de materias primas o de pocos productos, con niveles de educación bajos, con problemas de productividad, con elevados niveles de pobreza y desigualdad, y sobre todo con una notable incapacidad de reinventarse hacia economías del futuro. Nuestros entornos económicos siempre han sido difíciles, complicados y complejos, y nuestras proyecciones siempre han dependido de la buena coyuntura, los buenos precios de las materias primas o las buenas cosechas.

La precariedad de las economías latinoamericanas es una constante pese a algunos buenos indicadores o buenos momentos. Basta con mirar a la convulsionada Argentina que busca revertir años de malestar con medidas radicales, o a la alicaída Venezuela, abundante en petróleo pero sumida en la pobreza. O en la contracara, ver a Chile que durante décadas fue el modelo de crecimiento y reducción de la pobreza, y que ahora busca maneras de revertir la desigualdad y el malestar social. Por la inestabilidad política, por la falta de inversión educativa, por los malos manejos de los recursos públicos o por la comodidad de depender de un sólo producto, América Latina se ha acostumbrado a la precariedad. Y por eso todos los entornos son hostiles.

El entorno económico internacional es algo que escapa a las posibilidades de control, pero sí se puede fortalecer las economías desde dentro. Y eso implica pensar en el futuro, invertir en el conocimiento, ir hacia el mundo digital y reinventar las formas de producir riqueza y distribuirla. ¿Estamos haciendo algo al respecto?


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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