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Desigualdad abismal

  • Economía empática
  • Desigualdad abismal
  • Héctor Farina Ojeda

Como una paradoja o metáfora de los tiempos que vivimos, la generación de riqueza y el aumento de la pobreza extrema se dieron al mismo tiempo: en pandemia los multimillonarios se volvieron más ricos, en tanto millones de personas que ya vivían en pobreza ahora se encuentran en pobreza extrema. El uno de por ciento de la población se queda con dos terceras partes de la riqueza mientras en el mundo hay 820 millones de personas que pasan hambre, de acuerdo al informe La ley del más rico, gravar la riqueza para combatir la desigualdad, presentado por Oxfam Internacional.

Los datos que presenta el estudio son brutales: los multimillonarios ganan 27 mil millones de dólares por día, mientras que en el mundo hay 1,700 millones de personas cuyo salario tuvo un ajuste inferior a la inflación. En la última década, el uno por ciento más rico del planeta acaparó el 50 por ciento de la riqueza generada pero en la pandemia el problema se hizo más profundo: ese uno por ciento de personas ricas ahora se queda con dos terceras partes de la riqueza nueva, es decir con alrededor del 66 por ciento. Esto nos habla de que hay una gran generación de riqueza para la tendencia es que se concentre tanto en pocas manos, que el 99 por ciento restante de las personas debe conformarse con muy poco.

Si enfocamos los lentes en América Latina, la región más desigual del mundo, la pandemia también aumentó el abismo de la desigualdad: los multimillonarios aumentaron su riqueza 21 por ciento, mientras que los países apenas crecieron un promedio de 3.9 por ciento. En pandemia, 12 millones de personas cayeron en pobreza extrema, en una región que se dice rica pero que tiene más de 200 millones de seres humanos viviendo en condiciones precarias. En el caso de México, el uno por ciento de la población más rica se queda con el 21 por ciento del ingreso total, en tanto en 2020 ya había 55 millones de personas en pobreza. Y seguramente la cifra aumentará conforme se actualicen estudios.

La cuestión de la desigualdad no es solamente económica, no se trata sólo de quiénes ganan fortunas y quiénes miserias. Se trata de que la desigualdad genera un abismo que se devora el acceso a la salud, a la educación, la cultura, el derecho a la vivienda, la seguridad y hasta el entretenimiento. Millones de personas a nivel mundial se empobrecen más y empeoran su calidad de vida porque no tienen acceso a medicamentos, no pudieron o no pueden ir a la escuela y no pueden acceder a puestos de trabajo que les aseguren ingresos suficientes para pagar lo más básico.

Antes de que sea demasiado tarde, hay que revertir la desigualdad. Hay muchas propuestas como los impuestos progresivos, los impuestos para la riqueza acumulada, es decir, que los más ricos paguen más, y que los recursos se destinen a inversión social, a mejorar la educación para todos, la salud y en general lo público. Disminuir la pobreza y la desigualdad es una cuestión de todos, de convivencia, de humanidad y de calidad de vida. Y es una urgencia.

Por Héctor Farina Ojeda


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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