Cultura

El Profesor

  • Cinediciones
  • El Profesor
  • Gustavo Guerrero

Siempre he creído que Johnny Depp es un actor que, antes de elegir los papeles que le llegan a ofrecer, lee minuciosamente el guion, evalúa su potencial, analiza la reputación de la dirección y pasa por lupa toda la producción. Llegó a decir: “Un actor tiene que explorar todas las posibilidades y no tener miedo de fallar, de alcanzar el potencial desastre. Es por eso que los estudios tienen miedo de mí”. Y hasta este momento todo parecía encajar, pues el actor estadounidense es una de las más preciadas joyas histriónicas que hayamos conocido. Si le echamos un vistazo a su currículo, todos los roles que ha interpretado han sido memorables, ya sea desde Jack Sparrow hasta Willy Wonka. O quién no recuerda al joven manos de tijera o al escritor paranoico del thriller de Stephen King, La ventana secreta. Sin embargo, la excepción siempre confirma la regla y en esta ocasión, aunque nos obsequia una actuación encomiable, no lo ayudan ni el guion ni la dirección.

Me refiero a la película El profesor, cuya dirección es de Wayne Roberts. Depp interpreta a Richard, un profesor universitario de literatura diagnosticado con un cáncer terminal y, por lo tanto, su vida se ve transformada de la noche a la mañana. Sintiendo tan próximo el fin, decide tirar todo tipo de convención urbana por la ventana y vivir su vida lo más intensamente posible y con la mayor libertad, sin ninguna preocupación. Hasta aquí parece buena la premisa. Efectivamente, hay un estupendo caldo de cultivo dramático, sobre todo si tomamos en cuenta que los humanos, ante la crisis, solemos desplegar todas las angustias del alma. Richard, hasta antes de su diagnóstico, había tenido una vida matrimonial desastrosa. Decide en principio no revelarle ni a ella ni a su hija ni a nadie, en realidad, que está próximo a morir. Sólo su mejor amigo de la universidad burguesa donde trabaja, sabe lo que será un secreto la mayor parte de la trama. Bueno, a media película otro personaje también sabrá que está próximo a la tumba. Pero lo que podría suponerse como una precipitación al vacío gracias a la vida licenciosa y de libertinaje que se pegó Richard, en los últimos rollos cambia vertiginosamente la premisa. Y en eso falla la cinta. Es como si Julieta decide a final de cuentas no beber la pócima y renunciar a seguir a Romeo en el más allá. Todo creador de ficción debe saber que el carácter de un personaje sigue la premisa dictada. Vean la película y sabrán de lo que estoy hablando.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.