Política

La oportunidad perdida para reducir la brecha de género

La pandemia ha alterado de muchas maneras las dinámicas sociales, nuestras formas de vivir, trabajar y relacionarnos con los demás; así como nuestras interacciones más íntimas, incluyendo la vida doméstica. Como en ningún momento antes, debido a la emergencia sanitaria gran parte de las personas en México y el mundo nos hemos tenido que acostumbrar a estar más tiempo en nuestros hogares.

Aunque la pandemia nos confinó y nos dio lecciones de resiliencia colectiva, no logró alterar los históricos patrones de desigualdad de género en la vida cotidiana. 

Históricamente, las mujeres hemos asumido la mayor cantidad de trabajo no remunerado en los hogares (TNRH). El TNRH es el tiempo no pagado que destinan los integrantes del hogar a labores como limpieza, preparación de alimentos y cuidados de los hijos. También incluye brindar los cuidados de salud a integrantes vulnerables del hogar, como son niñas y niños, personas discapacitadas y de la tercera edad. Las excesivas cargas de TNRH tienen efectos nocivos en nuestra vida privada, económica, social y de esparcimiento que no deben ser ignorados.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que se distingue por una trayectoria institucional vanguardista en materia de estadísticas de género, ha impulsado mediciones para visibilizar las desigualdades de género desde 1995, tras la IV Conferencia de Acción en Beijing. De manera particular, el Inegi ha medido de forma ininterrumpida el TNRH desde 2003, a través de la Cuenta Satélite de Trabajo No Remunerado de los Hogares de México.

Durante la emergencia sanitaria, las medidas de distanciamiento social y las restricciones en las actividades económicas que han ayudado a mitigar la pandemia provocaron un aumento significativo del TNRH que se realiza en nuestro país. Esto ha sido particularmente importante en lo referente a los trabajos de cuidados, ya que el confinamiento también generó el cierre de otros establecimientos que cubren estas necesidades, tales como escuelas, hogares comunitarios y centros infantiles.

Previo a la pandemia, la distribución de los trabajos de cuidado en México ya era desigual. En 2019, las mujeres destinaron el triple de horas a estas labores en comparación con los hombres. Durante 2020, esta relación 3:1 prácticamente no cambió, por lo que la pandemia afectó desproporcionadamente a las mujeres, pues el aumento en las cargas de TNRH lo absorbieron ellas, casi en su totalidad.

Aunque tanto hombres como mujeres pasaron más tiempo en la casa, no hubo una disminución significativa en la desigualdad de la vida cotidiana. Vivir más de cerca la realidad del hogar no transformó la cultura dentro de éste. En otras palabras, la pandemia ha sido una oportunidad perdida para cerrar las brechas de género, fomentar la equidad entre hombres y mujeres pero, sobre todo, de enseñarles un modelo a las nuevas generaciones en donde la responsabilidad del trabajo de cuidados es de todos y todas por igual.

Cuando se analiza por grupos específicos, se observa que las mujeres que declararon estar casadas o unidas, ser cónyuges o que en su hogar habitan menores de 6 años, son las que mayor volumen de trabajo no remunerado siguen realizando. En 2020 el valor económico del trabajo no remunerado de las mujeres casadas o unidas fue de 87 mil pesos, en cambio, el de los hombres casados o unidos fue de 28 mil pesos. Para el mismo año, el valor económico del trabajo no remunerado de las mujeres en hogares con presencia de menores de 6 años fue de 90 mil pesos, mientras que para los hombres en esta situación fue de 30 mil pesos. En ambos casos, estas proporciones son iguales a las de 2019.

Este patrón también se ha reflejado en el TNRH destinado a las labores de cuidados y salud, que crecieron significativamente por la pandemia del covid-19. En 2020, del total del valor económico de las actividades de trabajo no remunerado en salud, las mujeres en México aportaron 71 por ciento, equivalente a 309 mil millones de pesos. En 2019 este porcentaje fue de 70 por ciento, que representan 255 mil millones de pesos.

En resumen, en lugar de alterar la distribución de TNRH y fomentar una cultura de corresponsabilidad compartida entre los sexos, la pandemia ha consolidado las desigualdades de género en los hogares en México. La contingencia sanitaria, que ha sido un episodio de dolor y aprendizaje en muchos frentes sociales, ha sido una enorme oportunidad perdida para fomentar la igualdad en una de nuestras dimensiones de vida más íntima, como lo es la vida en el hogar. 

La información estadística y geográfica, como la referida al TNRH, documenta las distintas áreas con brechas que requieren atención en la construcción de una sociedad más incluyente y un México más próspero. Aún hay tiempo para aprender las duras lecciones que nos enseñó la pandemia de covid-19. 

Graciela Márquez Colín

* Presidenta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

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