Hoy inician formalmente las campañas. Lo sé: es una burla el tener que especificar que el comienzo es de manera oficial cuando todos sabemos que los partidos políticos, sus candidatos, y otros actores de poder han roto la ley de forma continua en los últimos años. Cualquier civil podría acabar con multas de todo tipo, pero como el político vive en una realidad impune, el llamado al voto ha sido constante y cínico.
Por ello, quisiera hacerles una recomendación para la toma de decisiones hacia junio próximo.
Vote diferenciado.
Durante años los políticos han pedido que se cruce las distintas boletas con el color y logotipo de su partido, como si de esa manera se pudiera llevar a cabo el proyecto de país o de Estado que ha planeado.
La verdad al final, es dolorosa. El apoyo popular convierte los planes en justificación para transformar el ejercicio de gobierno en el clamor de una sola voz y, el no encontrar contraste, dicha voz termina por deformarse, subir de tono y alejarse de las necesidades de la sociedad.
No es algo nuevo, el país de una sola decisión es parte no solo de la Historia de México sino, de hecho, hasta de la costumbre nacional, conformados de la idea que un solo hombre puede solucionar los problemas complejos a partir de un ritual de destrucción, planeación, construcción y clamor, siempre inconclusos.
Cierto es, también, que en los últimos años el poderío de una sola visión de país se ha acrecentado. De hecho, es parte de la plataforma de una de las candidatas como si la alternativa propuesta fuera destino final y único, sin posibilidad de negociación o revire.
Eso está mal: somos un país de millones de ideas, propuestas, sueños y metas. Aprendemos a negociar en cualquier aspecto de la vida: negociamos cómo nos sentamos a la mesa, qué comeremos, cuál es el programa de televisión que veremos en familia, cómo ajustaremos el presupuesto familiar ante la inflación, las formas en que nos cuidamos en las calles en conjunción con otros vecinos ante la ineficiencia de las autoridades.
Negociamos horarios y hasta precios en el regateo, cedemos algunas cosas para ganar otras en la vida cotidiana. Aprendemos a que la vida en pareja no se da si una sola de las partes es fiel o engaña.
Entonces, ¿Por qué permitimos a los políticos intentar imponer la visión de país si todas han sido fallidas? Defender en este momentos que los modelos de seguridad, educación o salud han sido exitosos -en cualquier administración pasada o la actual es mentirnos. La realidad abofetea cualquier diseño de nación donde el absolutismo impere.
Eso solo ayuda a los políticos que, ambiciosos de poder, desean tener la mayor cantidad para chantajear y negociar -ellos sí- posiciones, dinero y beneficios.
Por ello, revisen las propuestas de los candidatos y formulen una votación donde quien quede de presidente deba de manera forzosa negociar. El aprender a escuchar debería ser una condición sine qua non del servidor público.
Si ellos no quieren entenderlo, que sea la sociedad que los obligue.
Espero sirva de algo esta recomendación.