Política

Infartos dolosos y otras violencias

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Mienten quienes afirman que el día de ayer Gil se ausentó de esta página del fondo porque se resbaló con una cáscara de whisky Glenfiddich 15. La pequeña verdad es ésta: un amigo muy querido de Gilga le llamó desde el fondo del pozo de la tristeza para decirle que su perra había muerto, su adorada perra de diez años y medio. Gamés no tuvo corazón para abandonar a su amigo y dejó caliente el mullido sillón para consolar de esa pérdida al viejo amigo. Y perdió el tiempo y no llegó a su trinchera. Ah, los perros, se puede vivir sin ellos, pero no vale la pena. Ésta es, entonces, la pequeña verdad de su ausencia.

Ya sabemos que son más los que mueren de infarto. De hecho, cuando Gilga camina por las calles ve a hombres, sobre todo hombres, derrumbarse fulminados por infartos masivos al miocardio. ¿Homicidios dolosos, masacres, balaceras? No exageremos, por favor, la oposición está dispuesta a todo para desacreditar la transformación. La verdad, Gil tiene miedo de fenecer de un infarto doloso.

El sucio dinero

Miedos aparte, Gilga ha celebrado la postura del ministro en retiro, Arturo Zaldívar: a mí, el salario completo y no vayamos a empezar con la cantaleta de la austeridad. Se agradece la sinceridad, ministro. Pues la verdad de las verdades, Zaldívar dice: venga mi lana y luego rehacemos el país.

Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Fernando Damián: “La reforma al artículo 127 constitucional —que impide a los servidores públicos obtener una remuneración superior a la del Presidente— no es aplicable a su caso, pues él llegó al cargo antes de que entrara en vigor tal disposición”. Anjá. Sí, cómo ño y venga la laniux. Pero ya dijo el Presidente que es dinero mal habido, ministro en retiro Zaldívar. Si Gil fuera usted se escondería un rato en el clóset.

En conferencia de prensa al finalizar su participación en la reunión plenaria de los diputados de Morena en San Lázaro, Zaldívar Lelo de Larrea sostuvo que no ha recibido un sólo centavo contrario a la Constitución, ni contrario a ningún principio. Ohquela, en qué quedamos, hay dineros buenos y dineros malos, los dineros de los consejeros son malos, los de Zaldívar, buenos. No manchen.

El paraguas de la Constitución

—Usted ha comulgado con varios de los principios de la cuarta transformación. ¿Qué tal con el de la austeridad? ¿Usted va a renunciar, renunciará o qué pasó con su pensión dorada?—, se le interrogó.

“Primero, la reforma al artículo 127 constitucional a mí no se me aplicaba. Yo llegué antes de que entrara en vigor. Consecuentemente, a mí me protege un artículo que establece que, durante el tiempo de mi encargo, no se me podía bajar el sueldo. No obstante, cuando yo llegué a la presidencia de la Corte, las ministras y ministros, a sugerencia mía, nos bajamos 25 por ciento nuestro sueldo y nuestras percepciones”. Pues es usted un héroe de la austeridad, estimado y nunca bien ponderado ministro en retiro.

—Y ya con su pago por riesgo, su aguinaldo de casi medio millón de pesos, ¿A eso no ha renunciado?— insistieron representantes de los medios de comunicación.

“Al hablar de retiro, a la parte proporcional de retiro, hasta este momento no he renunciado”, comentó. Hay asuntos que de verdad alegran la vida de Gil, y este es uno de ellos.

El ministro en retiro (cuántos retiros) dijo enfático: “Nosotros no estamos en ningún tema de venganzas ni de conflictos, se tendrán que presentar muchas propuestas que sean las que consideremos mejores para el país. (El ex presidente) Ernesto Zedillo presentó una propuesta de reforma de la Corte, desapareció a la Corte como la conocíamos, redujo su tamaño, generó un Consejo de la Judicatura y nadie pensó en ese momento que era una revancha”. Anjá, correcto, ¿pero y el salario, ministro retirado? Vénganos tu reino.

Me cae que me cae

Ahora lean esto antes de despedirnos: “En fin, yo creo que es un proceso que llevará tiempo, pero ojalá que todas y todos pongamos el bien de México antes que nuestros intereses o visiones o parcelas o privilegios”. ¡Ajúaa!

Todo es muy raro, caracho, como diría Napoleón: “No hay leyes posibles contra el dinero”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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