El país europeo pendía de un hilo en la segunda vuelta de las elecciones legislativas ante el ascenso de los radicales, pero el cordón sanitario —la unión de las izquierdas— ganó los comicios seguido del partido de Macron
Francia pendía de un hilo en la segunda vuelta de las elecciones legislativas ante el ascenso de la ultraderecha, pero lo que llamaron el cordón sanitario, la unión de las izquierdas, ganó los comicios seguido del partido de Macron. El Reagrupamiento Nacional ha quedado como tercera fuerza. Formar el gobierno será un desafío, pero al mismo tiempo un alivio. En esas estaba Gil cuando encontró en Le Grand Continent esta entrevista con Jan-Werner Müller, autor de ¿Qué es el populismo? (Grano de Sal, 2017). Gil ofrece algunas cápsulas de esta entrevista.
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Para mí, la democracia es ante todo una cuestión de instituciones. Siguiendo los pasos de Tocqueville, considero que la democracia representativa no puede funcionar sin cuerpos intermediarios. Ya era así en el siglo XIX y sigue siéndolo hoy. Sin partidos y sin prensa, no podemos tener una democracia funcional. Pero hoy, en Francia, los partidos y los medios de comunicación están en crisis, es decir, en peligro de muerte. En Francia, o bien los partidos están en vías de desaparición, o bien sus estructuras internas son inexistentes, como en el caso de la France insoumise, donde el hombre fuerte no puede ser desafiado de ninguna manera.
Ahora, para movilizar al público en cada nueva elección sin partido, sin burocracia de afiliados, la única opción pasa a ser radicalizar la campaña, hablando de un punto de inflexión decisivo, de una gran batalla, de una lucha.
Además, Francia —como la mayoría de los países europeos, con la notable excepción de Alemania— asiste al hundimiento del centro-derecha. Su estrategia actual consiste en copiar a los populistas de extrema derecha o colaborar directamente con ellos, como en Austria. En Francia, me impactó que la derecha pudiera adoptar el concepto de «gran reemplazo» durante la campaña de 2022. Una vez roto el cordón sanitario, no se puede volver a crearlo. Si dices a los votantes que las ideas de Reagrupación Nacional son inaceptables y luego las apruebas inmediatamente, ¿qué queda?
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En mi opinión, la otra causa del hundimiento del centro-derecha es su falta de ideas políticas. A menudo se dice que la socialdemocracia y el socialismo atraviesan una gran crisis ideológica. Esto no es falso. Pero me parece que la mayoría de la gente tiene una idea de lo que es el socialismo. En cambio, si se pregunta a la gente por las características del centro-derecha, las cosas están mucho menos claras.
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De Gaulle estaba dispuesto a crear un partido, suponiendo que ello legitimaría su transición al poder. Pero cuando se trata de verdaderos populistas, no se me ocurre ningún ejemplo. Cuando se enfrentan a una pérdida de poder, como en Polonia el año pasado, generalmente no aceptan los resultados.
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En primer lugar, recordemos que democracia y liberalismo no son lo mismo. Existe una distinción entre el sistema político y las políticas públicas —podemos pensar en el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, etc.—. Sin embargo, la estrategia de políticos como Viktor Orbán es mezclar todos estos aspectos y considerar que los demás Estados miembros de la Unión Europea se oponen a su gobierno porque es conservador. Pero el problema de la política que lleva a cabo no es su posición sobre el aborto o el matrimonio igualitario, sino la destrucción de los derechos políticos fundamentales (hay que añadir que su política no sólo consiste en rechazar el matrimonio igualitario, sino que también incita al odio contra las minorías LGBTQ). Es cierto que en Hungría no se manipulan las elecciones como en Rusia, pero el sistema político no puede calificarse de democrático. El pluralismo y los medios de comunicación ya no funcionan, el sistema judicial está avasallado y la libertad e igualdad electorales han desaparecido.
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Creo que el concepto de «ola populista» es engañoso, porque equivale a considerar el fenómeno populista como natural e inevitable, cuando a menudo es el resultado de la colaboración entre partidos de centro-derecha, sin la cual no tendrían mayoría.
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Reagrupación Nacional es influyente a escala europea en la medida en que su éxito puede servir de lección a otros movimientos de extrema derecha.
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La otra lección de la evolución de los movimientos populistas europeos, que Marine Le Pen ha aprendido bien, es que es muy útil tener dos partidos de extrema derecha coexistentes. Para Giorgia Meloni, la existencia de Matteo Salvini es una bendición: puede distinguirse hábilmente de él, al tiempo que es la única capaz de trabajar con él. En Francia, la aparición del partido Reconquista de Eric Zemmour también ha sido una bendición para Marine Le Pen.
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Todo es muy raro, caracho, como diría Raymond Aron: “El papel de la inteligencia no es perseguir la verdad, sino evitar que prevalezca la mentira”.
Gil s’en va