Gil se arrastraba sobre la duela de cedro blanco para alcanzar la orilla final de la semana. Mientras reptaba encontró un libro de Peter Turchin: Final de partida (Debate, 2024). Gilga tomó un manojo de Turchin y lo arrojó a esta página del fondo.
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El grado en que las élites económicas dominan el gobierno de Estados Unidos es excepcional en comparación con otras democracias occidentales. La explicación reside en los efectos de la historia y la geografía. Hay dos factores especialmente importantes: el entorno geopolítico y la raza/etnia.
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Antes de la guerra de Secesión, la clase dirigente de Estados Unidos era descendiente directa de la squirearchy inglesa (la clase de los hidalgos). Virginia, las dos Carolinas y Georgia fueron colonizadas por los Cavaliers, la facción de partidarios de Carlos I que perdió la guerra civil inglesa. Llevaron consigo sus costumbres aristocráticas y sus criados, que pronto fueron sustituidos por esclavos importados de África. Tras ganar la guerra de Independencia contra el Imperio británico, los vencedores se dedicaron a construir su propio Estado. Los amos de las plantaciones del Sur y los comerciantes del Norte copiaron en gran medida las formas culturales de gobierno que conocían. La primitiva república estadounidense era una oligarquía calcada de la del Reino Unido, aunque sin monarca (que, por aquel entonces, iba camino de convertirse en una mera figura decorativa en el Imperio británico). En definitiva, Estados Unidos heredó la plutocracia como parte de su “genotipo cultural”.
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Por supuesto, Estados Unidos no se convirtió en un enorme Estado territorial por casualidad. Desde la fundación de las primeras colonias europeas en el siglo XVII hasta finales del XIX, la expansión territorial se produjo a costa de los nativos americanos en un conflicto que alcanzó cuotas de genocidio. Estados Unidos también luchó contra los británicos (en la guerra de Independencia y de nuevo en 1812). En la guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848), Estados Unidos se zampó la mitad de México.
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Ni México ni Canadá representaban peligro alguno para Estados Unidos. Norteamérica es una isla gigante protegida de cualquier amenaza potencial por dos enormes fosos: los océanos Atlántico y Pacífico. La poca militocracia que había en Estados Unidos quedó destruida en la guerra de Secesión, en la que la inmensa mayoría de los oficiales profesionales lucharon en el bando perdedor […] Durante sus años de formación tras la guerra, la plutocracia no tuvo rivales significativos, ni internos ni externos.
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…comparemos Estados Unidos con Dinamarca. Durante el siglo XIX la industrialización en Dinamarca provocó el nacimiento de una clase obrera concentrada en grandes fábricas, lo que hacía más eficiente la organización laboral. El primer partido socialdemócrata fue fundado en Copenhague en 1871 por Louis Pio, Harald Brix y Paul Geleff […] el Partido Socialdemócrata entró en el Parlamento danés en 1884. La característica clave del modelo escandinavo es la cooperación a tres bandas entre trabajadores, empresas y Gobierno, que colaboran por el bien común.
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Durante un tiempo Estados Unidos siguió una trayectoria parecida. Aunque el Partido Popular (People'sParty) y los partidos socialistas que surgieron en Estados Unidos durante la década de 1890 nunca llegaron al poder, su impacto en la política estadunidense fue innegable.
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Uno de los partidos mayoritarios, el Partido Demócrata, se convirtió en casi socialdemócrata bajo el liderazgo de Franklin D. Roosevelt. Gracias a las reformas adoptadas durante la Era Progresista y el New Deal, Estados Unidos se convirtió en muchos aspectos en un “país escandinavo”.
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Sin embargo, la extensión paulatina del contrato social a los trabajadores negros proporcionó un resquicio para los plutócratas que estaban descontentos con unos Estados Unidos casi escandinavos en los que su poder se hallaba limitado por los otros dos grupos de interés: los trabajadores y el Estado. Utilizaron el Partido Republicano como vehículo para defender sus intereses, con el objetivo de desmantelar la protección de los trabajadores y rebajar los impuestos a los ricos. Estos intereses se plasmaron en el programa y la actuación de políticos como Barry Goldwater y Richard Nixon, en un primer momento, y más tarde por Ronald Reagan, como la “estrategia del Sur”.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con sus amigos verdaderos. Mientras le meseró (así, en francés) se acerca con la charola que sostiene el Grey Goose, materia prima de las Gansos Salvajes, Gamés pondrá a circular las frases de Schopenhauer por el mantel tan blanco: “La riqueza es como el agua salada: cuanto más se bebe, más sed da”.
Gil s’en va