Política

Error fatal

Gil recordó el breve poema de José Emilio Pacheco titulado “Autoanálisis”: “He cometido un error fatal / –y lo peor de todo / es que no sé cual”. Gamés sí lo sabe; un amigo imprudente le envió una liga para ver la autocelebración de Liópez Obrador en el Zócalo autocelebrando los cinco años que han pasado desde que ganó las elecciones. Toda la carne al asador: el gabinete en pleno presentado por una maestra de ceremonias de voz tipluda, los 22 gobernadores, los precandidatos que buscan la coordinación de la defensa de etcétera, seguidores de sopa y cepa y desde luego una gran cantidad de acarreados abarrotando la plaza.

La primera en tomar el micrófono fue la flamante secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde: de que en octubre de 2011 ella tomó la palabra a nombre de los jóvenes que se sumaban a su movimiento en la asamblea constitutiva en el Auditorio Nacional. De que el voto por voto, las adelitas, el éxodo por la democracia y los 47 días del plantón, y bla-bla-bla, blu-blu-blu.

Gil caminó sobre la duela de cedro blanco y una vez que llegó a un extremo dijo con el brazo estirado y la palma de la mano abierta: un concepto para este pobre ciego, una moneda para un taco y una idea.

La segunda y última oradora, Delfina Gómez, también flamante gobernadora electa del Estado de México habló y vertió orgullo, dejó mojado el estrado de orgullo, su discurso podría resumirse con estas palabras: gracias, señor Presidente; gracias, señor Presidente; gracias, señor Presidente.

Miénteme más

El autócrata en su jugo tomó la palabra. Chapoteó en orgullo y vino la andanada castrista. Desde el primer día de su mandato, el Presidente ha montado una espectacular industria de la mentira. No hubo párrafo donde Liópez no dijera mentiras. En su mundo raro, en México ya no hay corrupción, Segalmex, por decir algo, no existe. Desde luego, estamos cerca de un sistema de salud mejor que en Dinamarca, el desabasto de medicinas nunca ocurrió, los niños con cáncer siempre tuvieron sus tratamientos; las vacunas llegaron bien y a tiempo y hoy en día sobran; los 700 mil muertos por la pandemia son una invención de los conservadores. La violencia ha sido contenida, dice el Presidente, los 152 mil homicidios de su sexenio, más lo que sume día a día, gran nube tóxica de los adversarios. En educación ya vienen los nuevos libros de textos, jamás hubo deserción masiva de alumnos, los maestros ganan al menos 16 mil pesos y las escuelas son paraísos del saber. Los proyectos prioritarios, un potosí.

Gamés seguiría con esta retahíla, pero sería entonces más aburrido que el largo discurso del Presidente. Cantemos: se acaba la papa, se acaba el maíz, se acaban los mangos, se acaban los tomates, se acaban las ciruelas, se acaban los melones, se acaban las sandías, se acaba el aguacate, y la cosecha de mentiras, nunca se acaba, la cosecha de mentiras nunca se acaba.

Y luego, a tundir a la oposición. Ahora mal sin bien, Gil nunca había visto en México un autoelogio presidencial tan monstruoso. Le faltó una frase histórica: “Hemos sido tolerantes hasta excesos criticables”.

En el tintero

Gil no se puede ir, Ciro. Ah, no, perdón. A Gamés se le ha quedado en el encrier, así se dice en francés, algo de tinta, y piensa usarla en esto: en los días de mayor violencia en muchos meses, el Presidente se refirió a los 16 policías secuestrados en Chiapas. Liópez se despachó y logró la inmortalidad con una de sus frases históricas: “Los mejor es que los liberen, si no, los voy a acusar con sus papás y sus abuelos”.

Los secuestradores querían “la pronta destitución” de Francisco Orantes, Roberto Yahír y Marco Antonio Burguete, funcionarios de la SSPC chiapaneca por lo que pedían la intervención de Rutilio Escandón.

La verdad, Gilga nunca había visto a un Presidente de México negociar así con un grupo de secuestradores. Por lo demás, Gamés imaginó esta breve escena: señor, dice el Presidente, me apena molestarlo e interrumpir sus ocupaciones, pero su nieto es un sicario y un secuestrador. Así que ya lo sabe, ojalá y tome cartas en el asunto.

Nos vemos mañana, pero en privado, o como se diga.

Todo es muy raro, caracho, como diría Noel Clarasó: “Es un error creer que estamos rodeados de tontos, aunque sea verdad”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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