Los niños emperadores del 2010 ya crecieron… se han convertido en adolescentes golpeadores y agresivos con sus padres. Es el sello más reciente de los graves conflictos en las nuevas generaciones. Nunca antes la autoridad de los padres había sido tan nulificada y sometida. Nunca antes las figuras consideradas jefes de familia, habían sido tan humilladas y burladas, ni se habían invertido a este extremo los papeles. Ahora los patos le tiran a las escopetas. Y muchos padres dicen tener miedo del enojo de sus hijos y evitan regañarlos y contradecirlos por temor a que los golpes se vuelvan más fuertes. En alguna ocasión una madre de familia me comentaba angustiada, que su hijo adolescente la había agredido con un objeto metálico en la cabeza mientras ella conducía el automóvil. Me quedé estupefacto, y le pregunté cuál había sido su reacción y el castigo para su hijo. (Aún tenía en el cráneo un enorme chipote, producto de la inflamación por la agresión recibida). Su respuesta me dejó helado: “ya no le dije nada a mi hijo, me quedé callada porque me dio miedo que me siguiera pegando”.
No es una novedad por supuesto que existan hijos agresivos. Incluso las noticias sobre parricidios, han dejado de sorprendernos. Lo impactante es el alto índice de chicos en cuyas familias, resulta ser algo totalmente normalizado el que puedan golpear e insultar y humillar a sus padres sin ninguna consecuencia. Hasta ahora esta línea en muchos de ellos no ha cruzado al homicidio. La pregunta es ¿cuánto falta para que ocurra? Hace casi dos décadas. Muchos padres comenzaron a utilizar una psicología barata, según la cual se debía permitir al niño hacer toda clase de berrinches y destrozos, y no debía reprimírsele porque “se estaba expresando y se podían dañar sus emociones”. Los teóricos que promovieron esas ideas estudiaron en línea y con la cámara apagada. Hoy estamos viviendo las consecuencias de haber criado de esa forma a los hijos emperadores. Ahora son adolescentes golpeadores, preparándose para convertirse en criminales adultos en muy pocos años. Estaremos listos como padres para admitir nuestro terrible fracaso educativo? ¿Estaremos aún a tiempo para enmendarlo?