Sentirse rescatador es una tentación frecuente en etapas tempranas de la relación de pareja; una persona emocionalmente desvalida y con profundas carencias afectivas, suele representar un enorme atractivo para tratar de salvarla y convertirse en su héroe; hacerse de puntos o saldo emocional, y que genere una relación de codependencia que no suele terminar en nada positivo.
Sentirte rescatado, a la inversa, es quizá mucho más atractivo. Es frecuente escuchar esas ideas de mirar a la nueva pareja como una luz en medio de la propia oscuridad; el salvador que nos restaura las heridas, que repara las alas rotas…
Ese tipo de procesos suele hacernos creer que una pareja puede tener un efecto terapéutico en nosotros. Falso. Una pareja, un amigo, puede ser una ayuda idónea, un estímulo, un impulso, alguien que nos pastorea temporalmente; pero no puede ni debe convertirse en un refugio ni en una tabla de salvación.
Mucho menos en una distracción emocional para evitarnos entrar en contacto con nuestros conflictos y asuntos sin resolver. No hay nada tan deshonesto como utilizar a alguien con quien nos sentimos “a medias” o “más o menos bien”, para tratar de curarse las heridas solo mientras aparece alguien que quizá nos haga sentir “completos”. Las personas no son escalones ni bancos de apoyo para pisar y alcanzar nuestros objetivos.
Alguien que vive esos estilos parasitarios exprimiendo al otro para sus fines egoístas, solo tiene a la soledad como único destino. Relaciones así, van siempre de la mano de muchísimo dolor.
Es tan importante sanar los propios asuntos emocionales antes de aferrarnos a una pareja como si fuera el último vaso de agua en el desierto. Es fundamental hacerse responsables de lo que hemos decidido hacer con nuestras propias historias dolorosas y tomar alternativas que no impliquen seguir culpando a nadie.
En terapia de pareja en muchas ocasiones es preciso derivar al paciente a la atención individual; muchos de los atoros emocionales que dificultan la relación amorosa, son fallas y heridas muy personales, y se precisa primero ser mejor persona para poder ser una mejor pareja.
Ese tipo de lastres del pasado, no van a sanar solos.