La libertad de prensa es un elemento esencial de toda democracia, que debe ser visto como un derecho humano fundamental y no como un privilegio. Su ejercicio requiere de medios de comunicación libres de censura y del control estatal. Sin ella, la posibilidad de contar con ciudadanos informados para la discusión de los asuntos públicos es nula. En este contexto, es importante garantizar condiciones adecuadas para su práctica.
Por esta razón, en 1993 la Organización de las Naciones Unidas estableció el 3 de mayo de cada año como el Día Mundial de la Libertad de Prensa. El objetivo es defender el ejercicio periodístico alrededor del mundo, así como denunciar las violaciones a los derechos de los periodistas.
Algunas organizaciones civiles se han dado a la tarea de informar sobre las condiciones para el ejercicio periodístico. Por ejemplo, recientemente Freedom House informó que la libertad de prensa ha disminuido en el mundo, a consecuencia de los ataques que sufren los comunicadores por parte de gobernantes, grupos de poder, fuerzas de seguridad y delincuencia organizada, especialmente.
En el caso de México, la libertad de prensa empeoró en los últimos años. De acuerdo con la organización Artículo 19, 23 periodistas que investigaban temas de corrupción y crimen organizado, en la mayoría de los cuales había autoridades involucradas, desaparecieron entre 2003 y 2016. Además, 105 periodistas han sido asesinados de 2000 a 2017; el último de ellos fue Filiberto Álvarez, el 29 de abril, en Morelos.
La misma organización señala que en 2016 el gremio sufrió 426 agresiones, la mitad de las cuales fueron obra de servidores públicos, y 99.7 por ciento de ellas quedaron sin castigo. México es uno de los sitios más inseguros para ejercer el periodismo. Por eso no resulta extraño que Freedom House califique a nuestro país como "no libre" y que en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2017, hecha por Reporteros Sin Fronteras, aparezca en la posición 147, entre 180 países.
El aumento de las amenazas y las muertes de periodistas son un signo preocupante en una sociedad que aspira a ser democrática. Hacen falta mecanismos de protección para los comunicadores y sanciones para los agresores. Es urgente que nuestros gobernantes den garantías para el ejercicio periodístico libre. Esta es una condición indispensable en un régimen democrático. México no puede quedar al margen de ella.