Da la casualidad que el hijo de López Obrador se casó con una cabildera de empresas petroleras. Casualmente, la pareja del hijo del presidente “tiene dinero”. Por casualidad, se fueron a vivir a Houston. Por casualidad, la casa que habitaron es propiedad de un directivo de la empresa petrolera Baker Huges. Por casualidad, la empresa ha recibido 3 mil 900 millones de pesos en contratos de Pemex. Por casualidad, en dicha ciudad se encuentra el nuevo juguete del gobierno federal, la refinería de Deer Park, que, por casualidad, será dirigida por quien firmó los contratos para Baker Huges.
Lo que no es casual es que la prédica mañanera de López Obrador está plagada de referencias a la vida austera, franciscana y demás. Por la boca de López han salido verdaderas píldoras moralinas digna de Gandhi y de la madre Teresa: “Nadie necesita más que un par de zapatos”, “hay que desapegarse del dinero y lo material”, “antes los hijos y familia de los presidentes y políticos se exhibían en viajes y mansiones lujosas”.
Lo que no es casualidad es que López no desmienta con argumentos y datos la información. No es casualidad que su primera reacción sea minimizar y posteriormente atacar a quien difundió la información. Carlos Loret de Mola y Carmen Aristegui han sido unidos por la lengua viperina de AMLO, juez todo poderoso, quien determinó que ambos pasen a la historia como calumniadores y corruptos sin escrúpulos.
Lo hace cuando en un mes han atentado contra la vida de cinco periodistas y cuatro de ellos murieron. Sus ataques demuestran la hondura de la herida que le provocó el reportaje. Su enojo es equivalente a la descomposición ética y moral que atraviesa del mandatario.
Cada día que pasa la congruencia de López se reduce a una anécdota, la de la gloriosa época del candidato y líder social. A la distancia, sus palabras suenan a argucias y postulados huecos. La calidad moral se le fue de la mano de sus hermanos Pío y Ramón y sus bolsitas de papel estraza; de su prima Felipa y sus contratos millonarios; de su hijo José Ramón; de Bartlett y su hijo, de Ana Gabriela Guevara, de Delfina y sus diezmos, de Irma Sandoval y de otros tantos que, en tres años han demostrado que en Morena no son iguales, sino peores a los del PRIAN.
Por otra parte, su calidad ética se ha ido a la basura al convertirse en el presidente más mentiroso de la historia de México. Nadie como él ha despreciado la verdad. Nadie como él ha mentido cada día bajo la bandera infantil de “los otros datos”.
¿Qué ética puede tener alguien que prometió sacar al ejército de las calles en seis meses y hoy le ha dado más carteras y presupuesto que ningún otro gobierno? ¿Qué ética tiene quien prometió servicios médicos de primera y ha privado de tratamientos contra el cáncer a niños y niñas? ¿Qué ética puede presumir quien afirmó que tenía pruebas de corrupción en fideicomisos, NAIM, y no las ha presentado?
López cumplirá su sueño de pasar a la historia, pero lo hará como el presidente más megalómano, mitómano, corrupto e inhumano que haya ocupado esa posición. Su paso por el gobierno será recordado como una de las noches más oscuras del país.
Frank Lozano
