1. El problema del tiempo es uno de los temas que más han interesado a la filosofía. Debemos su definición más extendida a Aristóteles: la medida del movimiento según un antes y un después. Hay escuelas de pensamiento –culturas incas, mayas, egipcias, budistas, etcétera– que lo consideran como algo cíclico o circular, que tiende a repetirse.
2. Otra posición, encabezada por la tradición judeocristiana, basada en la Biblia, ve al tiempo como algo lineal, que contempla un inicio y un fin, con etapas en las que se permiten retrocesos, pero con el objetivo de avanzar en forma permanente. La teología católica, por su parte, lo distingue entre cronos –cuantitativo, que mide segundos, minutos, horas, etcétera– …
3. … y kairos –cualitativo, que atiende a los eventos particularmente significativos–. Puede darse, de hecho se da con frecuencia, que algunas personas cumplan 70 años de tiempo cronológico y muchos menos del kairótico. La actual contingencia nos está brindando la oportunidad de definir nuestro propio tiempo: cíclico o lineal, cronológico o kairótico.
4. Si optamos por el cíclico-circular, volveremos a vivir al terminar esta reclusión de la misma manera que antes de iniciarla. Habrá sido como un paréntesis en nuestras vidas, y repetiremos actividades y actitudes. El tiempo transcurrido será cronológico. Una sucesión de eventos que no conducen a algo nuevo. Se contarán los meses de encierro. Al final todo será como antes.
5. Si, más bien, apostamos por el tiempo lineal, y buscamos darle un horizonte kairótico, la contingencia será una experiencia significativa en nuestras vidas. La recordaremos no como una tragedia que nos privó de muchas satisfacciones –salidas, encuentros, caricias–, sino como una oportunidad que aprovechamos para revisar nuestros estilos de vida, nuestrasprioridades.
6. La cuarentena, mientras tanto, transcurre: ¿cíclica? ¿lineal? ¿cronológica? ¿kairótica?. Ya falta menos para su conclusión. De nosotros depende aprovecharla o no. Puede ser una sucesión aburrida y monótona de los mismos hechos o un reto para prepararnos a crear condiciones de vida diferentes, no solo para nosotros, sino para los menos favorecidos.
7. Cierre ciclónico. De acuerdo a datos de la Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México, el 85% de los católicos no va de manera ordinaria a misa el domingo. Del 15% que sí va, solo la mitad comulga, es decir, el 7.5% del total. Cuando se acabe la contingencia: ¿Se mantendrá el mismo porcentaje? ¿Se volcarán a misa los fieles?
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