1. La sociología clásica distingue entre determinar y condicionar. No son sinónimos. El primero ahoga la libertad del individuo –“no somos libres de no ser libres”, como diría Sartre–, el segundo influye en él, pero no lo obliga irremediablemente. Estamos determinados para decidir lo que queremos, pero recibimos diferentes condicionamientos para escoger por lo que decidimos optar.
2. Éstos influyen, sí, en nosotros, pero no pueden exigirnos el que los respetemos. Las instituciones educativas condicionan a sus alumnos, pero no los determinan, de ahí que diferentes integrantes de esa estructura, recibiendo los mismos condicionamientos, responden de manera diferente a ellos. Un ejemplo es la familia. Los cuatro hijos de un matrimonio reciben la misma educación de sus padres…
3. …tienen el mismo origen, viven en la misma casa, asisten a las mismas escuelas, pero apenas son adolescentes y ya muestran grandes diferencias entre ellos. ¿Por qué? Igual sucede con las universidades. Aunque tengan una matriz religiosa o una clara propuesta económica, sus estudiantes reciben tales condicionamientos, pero no les determina una acción.
4. Muchos alumnos de colegios católicos, en donde se les enseñó que la honradez es un valor cristiano, se distinguen hoy por actos de corrupción. Y otros que provienen de escuelas no confesionales, son ejemplo de virtud. De nuevo. Se les condiciona, pero no se les determina. Llama por ello la atención que al antiguo secretario ejecutivo del Coneval lo despidan, entre otras razones, …
5. … por haber estudiado en el ITAM y en Oxford, universidades que ofrecen “una formación distinta a la que ahora distingue al gobierno”, en palabras del Presidente. No nos detengamos en analizar los centros educativos en los que han cursado sus carreras otros actuales funcionarios –ITESM, Ibero, Anáhuac, etcétera–, que bien podrían ser llamados fifís, de acuerdo a la jerga política en boga.
6. El problema es considerar que por el simple hecho de haber estudiado en una escuela privada o extranjera, el egresado tiene que pensar como el fundador de ese centro educativo, o como la mayoría de sus compañeros. Mal andamos si en esta euforia dicotómica, además de dividirnos entre chairos y fifís, se califica con los mismos epítetos a las universidades más prestigiosas del mundo.
7. Cierre ciclónico. Y continuamos con el tema de los migrantes. Mientras que las autoridades niegan que sean tirados en Monterrey, la atención de la sociedad civil y de las iglesias hacia ellos ha tenido que aumentar. Negar la realidad no ayuda a resolver un problema que crecerá, por más y que se estén dando continuas deportaciones de estos hermanos centroamericanos, que eso son… hermanos.
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