Posiblemente nos hemos dado cuenta de que, cada vez más, niños y jóvenes tienen una serie de dificultades que no tuvimos cuando nosotros fuimos de esas edades.
Las mortificaciones que nos tocaron vivir, en muchas ocasiones, estaban ligadas a un entorno que era totalmente distinto a lo que hoy existe.
Sin embargo, las personas seguimos necesitando prácticamente lo mismo para un desarrollo sano: atención, afecto, alimentación sana, entorno seguro y estimulante.
Lamentablemente, nos hemos adaptado a lo que la tecnología y la sociedad “dictan” y caemos en situaciones que ponen en riesgo el sano desarrollo de nuestros hijos.
Por citar un par de ejemplos: la alimentación y entorno seguro y estimulante.
Hemos entendido, equivocadamente, nuestro rol como padres y compensamos nuestras ausencias con una alimentación deficiente al recurrir a los alimentos altamente procesados, llenos de antinutrientes y carentes de alimento real, ya sea por practicidad o por complacencia.
Creemos ser indulgentes y caemos en negligencia.
No es raro que el gobierno tenga que hacer campañas para promover una alimentación sana frente a las múltiples alternativas de comida empaquetada.
Tenemos uno de los índices de obesidad más grandes del mundo, en cualquier grupo poblacional.
Por otro lado, proveemos a nuestros hijos sin medir consecuencias, de dispositivos electrónicos y con ello, al no estar supervisando su uso, las posibilidades de que ahí mismo, en casa, nuestros hijos encuentren “malas compañías”, malos ejemplos e incluso fatales, no es precisamente un entorno seguro.
En cuanto a la estimulación, esos dispositivos están diseñados para sobreestimular, lo que conduce a problemas de concentración, aprendizaje, memoria y con ello, a un pobre desarrollo intelectual.
No es casualidad que el vocabulario de muchos jóvenes sea reducido, y también lo sea la expresión limitada de ideas, lo que les hace presa fácil, incluso, de ideas contrarias a los valores de la propia familia.
Y eso sucede frente a nuestros ojos y, lo peor, con nuestra aprobación tácita.
Flor.vargas@iberotorreon.mx