Cultura

El libro cinco, Meditaciones (13)

  • 30-30
  • El libro cinco, Meditaciones (13)
  • Fernando Fabio Sánchez

Leer a Marco Aurelio equivale a esculpir una escultura. Es recordarse, acudir al diálogo recurrente, depositar en la memoria otra vez los caminos de la razón, la claridad de los pensamientos, el amor a uno mismo.

Selección del libro cinco de “Meditaciones”:

4. Doy pasos de acuerdo con los modos de la naturaleza, hasta caer y descansar. 

Para confiar este último aliento a la fuente de mi respiración, me deposito en la semilla de mi padre, en la sangre de mi madre, en la leche de mi nana.

En mi alimento diario y en la bebida a lo largo de los años. En aquello que sostiene mis pasos y el uso que hago de las cosas, los diferentes usos.

8. Justo en el instante en que escuchamos: “el doctor le ha recetado esto o aquello a este paciente” (montar a caballo, baños fríos, caminar descalzo…), recuerda lo siguiente: “La naturaleza le ha recetado una enfermedad”. O ceguera. 

O la pérdida de un miembro. O lo que sea.

La prescripción significa: “te he dado esta receta para impulsar tu recuperación”. Lo mismo sucede con nosotros. Lo que nos pasa ha sido una orden. Impulsa nuestro destino.

Y cuando describimos las cosas que suceden, debemos hablar como lo hacen los constructores, quienes dicen que los bloques de piedra en un muro o en una pirámide toman su lugar en la estructura general y ensamblan uno con otro con armonía.

Ya que sólo hay una armonía. De la misma manera que el mundo forma un cuerpo de todos los cuerpos, el destino propone un solo propósito, compuesto de todos los propósitos.

De manera que hay dos razones para aceptar aquello que sucede. Una: considera que te está pasando a “ti”. Fue prescrita para ti y te pertenece. El hilo fue tejido hace mucho por la más antigua causa de todo.

La otra razón: lo que le sucede a un individuo hace bien en la fuerza que dirige al mundo: su bienestar, su llegar a ser, su propia existencia, inclusive. 

Pues el todo puede dañarse si cortas algo, cualquier cosa, de su continuidad y su coherencia.

No sólo sus partes, sino su propósito.

Y en esto caes cuando te quejas: sabotear y destruir.

11. ¿Qué estoy haciendo con mi alma?

Interrógate a ti mismo. Reconoce aquello que habita en tu mente y qué clase de alma posees ahora. 

¿El alma de un niño? ¿De un adolescente? ¿De una mujer? ¿El alma de un tirano? ¿El alma de un tirano o de su presa?

23. Recuerda la velocidad con que pasan las cosas: en un momento ya se fueron: las que están allí y aquellas que vendrán. La existencia fluye y pasa como un río: el “qué” es una corriente constante, el “por qué” posee mil variaciones.

Nada es estable, ni siquiera lo que está aquí.

El infinito del pasado y del futuro nos deja boquiabiertos: un abismo cuyas profundidades no alcanzamos a comprender.

De esta manera, sólo un tonto se sentiría importante o en problemas, o indignado, o cualquiera de estas cosas, como si aquello que irritara durara para siempre.

*Traducción personal de “Meditations”: Marco Aurelio (Modern Library; trad. Gregory Hays).

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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