Cultura

A las puertas de la eternidad

  • 30-30
  • A las puertas de la eternidad
  • Fernando Fabio Sánchez

De acuerdo con Da Vinci, la pintura, entre las demás artes, representa la belleza del mundo natural con más precisión y simpleza. 

Es poesía con ojos.

Pero ¿qué pasa con el tipo de pintura no realista que los demás no entienden? A esta pintura se le podría llamar poesía fea, extraña.

Esa fue la experiencia de holandés Vincent Van Gogh, nacido en 1853. Su vida artística es narrada en el filme Van Gogh en la puerta de la eternidad (At Eternity’s Gate, 2018) de Julian Schnabel.

Schnabel es también pintor y como pintor elabora un ensayo plástico sobre la visión personal de Van Gogh. 

Por medio de una cámara subjetiva (cuando la cámara coincide con los ojos del personaje) percibimos el mundo como si fuéramos Vincent.

Esta subjetividad poética nos acerca a la intensidad del color y el dolor y del trabajo del artista.

Sabemos al inicio que la humedad y los cielos encapotados del norte le hacen mal, y que recibe la recomendación de ir hacia el sur para encontrar la sequedad, el sol y los campos abiertos.

Van Gogh, interpretado genialmente por Willem Dafoe, atraviesa las praderas, sube las colinas y continúa por horas, sudando y soportando el hambre como un soldado de su propia disciplina, hasta encontrar la imagen que nos revelará el secreto.

Así presenciamos la producción de una pintura, desde los primeros trazos hasta descubrir el azul, el amarillo y el verde intensos de una obra completa, puestos en el lienzo con las características pinceladas que, por lo abultado del óleo, hacen que la obra se parezca más a la escultura que a la propia pintura.

Pero este trabajo es, por la mayoría de sus coetáneos, incomprendido. Van Gogh dialoga sobre el tema con un sacerdote que evalúa su estado mental.

Dicen que eres pintor, le dice el sacerdote. Sí, eso es lo que soy, le responde Van Gogh. ¿Por qué lo dices? ¿Tienes el don de la pintura? Sí. ¿De dónde viene este don? ¿Podrías decir que Dios te dio ese don para pintar? Sí, es el único don que me otorgó.

El sacerdote saca la puntura de unos conejitos en el campo. Pregunta, ¿Tú pintaste esto? Sí, yo la hice. 

¿Llamas a esto una pintura? Sí, por supuesto. ¿No lo ves?, continúa el cura. Mira con cuidado por favor. No quiero lastimar tus sentimientos. 

Pero no ves que esta pintura es… ¿cómo puedo decirlo? Desagradable. Fea.

A lo que Van Gogh responde, ¿Por qué Dios debía darme un don para pintar cosas feas y perturbadoras? 

Luego añade, para el asombro del cura, que Dios quizá eligió el tiempo equivocado para él, que él es un pintor para gente que no ha nacido todavía.

Y tenía razón. Vincent Van Gogh pintó para nosotros. De allí surge el título del filme. 

Sus pinturas, sin saberlo nosotros y acostumbrados a su genio, son puertas a la eternidad.


fernandofsanchez@gmail.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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