Cultura

Secuestro aéreo: negociando motivaciones

A partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, en los que se usaron aviones de pasajeros como armas mortíferas sin mediar ningún tipo de explicación previa, aviso o exigencia alguna más allá que la de matar y morir, la aviación comercial cambió para siempre no solo en sus procedimientos y protocolos, sino en el ánimo de los pasajeros, también afectado por la pandemia del covid-19 y los consecuentes riesgos de contagio. Una miniserie de Apple TV se centra en un avión secuestrado y su previsiblemente atribulado trayecto, en la lógica de la paranoia aeronáutica.

Creada por los TV serialistas George Kay, especialista en thrillers detectivescos y políticos (The Long Shadow, 2023; Lupin, 2021), y Jim Field Smith (Stag, 2016), quienes ya habían colaborado en la realización de Litvinenko (2022) y Criminal (2019), Secuestro aéreo (Hijack, RU, 2023) es una miniserie que narra, durante siete capítulos, el trayecto del vuelo K29 de Dubai con destino londinense, cuyo control es tomado por un grupo de secuestradores que paulatinamente irá exponiendo sus motivos y demandas, mientras que entre los pasajeros se empiezan a producir diversas reacciones, entre las que destaca las de un hombre que se ostenta como negociador.

Deudora de filmes como 7500 avión secuestrado (Vollrath, 2019) y Non-Stop (sin escalas) (Collet-Serra, 2014), además del notable Vuelo 93 (Greengrass, 2006) y la clásica saga Aeropuerto (Seaton y Hathaway, 1970; Smight 1974; Jameson, 1977, Lowell Rich, 1979), la miniserie recurre al esquema básico de este tipo de relatos en los que se apuesta por ir elevando la tensión, intentar crear personajes que trasciendan y darle una resolución dentro de los márgenes de la verosimilitud: en general se consigue mantener el interés, sobre todo por el juego de perspectivas que integran el relato fuera del claustrofóbico avión .

El guion en tiempo real dosifica las revelaciones sobre motivaciones, exigencias e identidad de los involucrados con inteligencia, brindando un contexto amplio: desde los tejes y manejes en el aeropuerto de Dubái y algunos empleados, hasta los involucrados en Londres, tanto cómplices como personal del aeropuerto y detectives, además de los familiares de algunos de los participantes directos. Si bien ciertos giros juegan con las posibilidades -el asunto del hijo del protagonista, ciertas desavenencias entre los captores y conflictos internos de la tripulación, por ejemplo- se mantiene un suficiente nivel de lógica narrativa, buscando brindar las explicaciones correspondientes y las justificaciones necesarias para el desarrollo de los eventos.

El reparto cumple con su papel para denotar los distintos momentos de angustia y se sostiene en la solidez actoral de Idris Elba, logrando transmitir cierta ambigüedad en sus reacciones para intentar mantener la calma, con todo y sus problemas familiares, y al mismo tiempo recurrir a ingeniosas y plausibles estrategias para que la travesía no termine en tragedia. O lo menos posible. Algunos personajes pudieron ameritar un poco de mayor profundización, sobre todo entre los pasajeros, mientras que otros se manifiestan con la suficiente dimensión para que resulten relevantes al momento de enfrentar sus respectivos destinos.

Al consistente armado de las piezas en distintos espacios y momentos, contribuye una voladora edición que permite transitar entre los distintos contextos en los que suceden eventos que invariablemente afectarán a los demás, tanto de las cruciales tomas de decisiones que implica la situación, como en las acciones improvisadas e inmediatas que deben tomar los distintos grupos que forman parte de un cada vez más complicado entramado, capturado por una cámara que se entromete con agilidad por los pasillos del avión y de ahí salta a miradas más abiertas tanto de lo que sucede en tierra firme como en pleno vuelo.

La miniserie busca encontrar su propio lugar dentro de este tipo de propuestas: los secuestradores son británicos y, salvo uno, todos de piel blanca, e incluso un grupo de pasajeros es árabe, rompiendo el estereotipo que ha privado en este tipo de ficciones en cuanto a los villanos, además de incorporar ciertas motivaciones que difieren de las que habitualmente se presentan como impulsoras de los secuestros y eludir la presencia del héroe todopoderoso que siempre resuelve las situaciones. Y claro, al final del día, la familia y los seres queridos siguen siendo un motor fundamental para llevar a cabo acciones que difícilmente se concretarían sin su presencia.


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Fernando Cuevas
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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