Cultura

Oasis: en busca del alma extraviada

Estábamos llegando a la mitad de la última década del siglo XX. Un disco debut llamado Definitely Maybe (1994) con Rock’n’Roll Star como carta de presentación, tomó la escena por sorpresa, firmado por un grupo que se hacía llamar, valga la pretensión, Oasis. Meses después, se convertiría en la ópera prima más vendida en la historia del Reino Unido y en uno de los mejores trabajos de los últimos años firmado por una nueva banda. Un puñado de buenas canciones con marcada influencia Beatle y de referentes clave como The Kinks y The Who: letras sencillas, directas y de irreverencia obvia; composiciones de rock and roll puro orientado al joven prototipo y un ego desorbitado, delinearon el perfil de una de las propuestas más importantes de los noventa, que adoptó el escándalo y la egolatría como modus vivendis: vivir para siempre en plan supersónico.

Formado a principios de la década pasada en la prolífica ciudad de Manchester, pero en un barrio donde “no pasaba nada”, Oasis surgió después de que el guitarrista Noel Gallagher regresara de un tour con The Inspirals. Decidió invitar a Liam, su hermano menor, para que se convirtiera en la voz de sus composiciones. Con Paul ‘Bonehead’ Arthurs en la guitarra rítmica, Paul McGuigan en el bajo y Tony McCarrol en la batería, el grupo estaba completo. Al año siguiente de haber producido tan sólido debut, apareció (What’s the Story) Morning Glory? (1995), un trabajo que se inscribe dentro de los imprescindibles de la década y que redefinió el Britpop. Sorprendió la rápida maduración de la banda y su capacidad para componer melodías insertadas en la colectividad con Wonderwall y Don´t Look Back in Anger al frente.

A partir de aquí, se consideraron los herederos legítimos de la corona rockera británica: de acuerdo a su percepción, los nuevos Beatles habían nacido, aunque quizá en el fondo ellos mismos sabían que no era para tanto. Todo el catálogo de conductas propias de los rockstars se empezaron a aplicar a los hermanos Gallagher, como de manual: excesos, desplantes, megalomanía, conflictos internos... no era para tanto, aunque se convirtieron en esa clase de grupos que provocan sólo dos actitudes: veneración irracional o rechazo sistemático. Es la confirmación de que el rock siempre pasa por las vísceras.

El esperado tercer trabajo de la banda apareció poco después bajo el nombre de Be Here Now (1997). No fue el gran disco que algunos deseaban ni el fracaso que otros querían. Es un trabajo donde se continúa con un estilo ya establecido y en el que se pueden encontrar ciertas innovaciones en la parte instrumental y estructural de las canciones. Aparecen las dos o tres joyitas de rigor e igual número de piezas que funcionan más bien como relleno. El resto mantiene el nivel que uno podría suponer tendría una canción de Oasis. The Masterplan (1998), reunió varios lados B cuyo potencial, en algunos casos, daba para más que sólo complementar los sencillos.

Para abrir el milenio, estrenaron disco, alineación y un estado de sobriedad que se refleja claramente en las letras de Standing on the Shoulder of Giants (2000), un trabajo que incluye 10 canciones salpicadas con tintes de psicodelia y que van desde el ya conocido rock arenoso de guitarras incisivas, hasta baladas reflexivas que abordan el momento que viven los hermanos Gallagher, caracterizado por la rehabilitación. A cambio de las melodías accesibles, se encuentran construcciones más elaboradas y con un poco más de riesgo, que incluyen algunos samples y la utilización acertada de otros instrumentos como el melotrón, la armónica y la flauta.

El espíritu Beatle, en particular el del álbum Revolver, se manifiesta en varios de los cortes, junto con el de The Beta Band. Sin ser un trabajo memorable, Oasis hizo bien en pararse sobre esos hombros en gesto de humildad e incrementar su perspectiva y propuesta musical, bien nutrida con la influencia de los inmortales del mejor rock que se ha producido en Inglaterra, lo que ya es mucho decir. Familiar To Millions (2000) capturaba, mientras tanto, el sonido de la banda en Wembley, catedral extinta del fútbol mundial y uno de los grandes sueños cumplidos para el grupo, cuando sólo eran unos jóvenes de barrio sin mayores aspiraciones que pasar el día.

Pero la autocomplacencia y el exceso de narcisismo empezaron a traer consecuencias previsibles: Heathen Chemistry (2002) fue un álbum irregular, apenas salvado por dos o tres cortes que asomaban el potencial del grupo (Stop Crying Your Heart Out, Little By Little, The Hindu Times) mismo que seguía viviendo en su oasislandia, proclamándose como la mejor banda del mundo, criticando innecesariamente a quien se les pusiera enfrente, viendo la paja en el ojo ajeno y dejando de revisar sus propios alcances: quizá buscando llamar la atención que no generó su disco, vía artificiales polémicas.

Pero como el talento sobrevive a pesar de la soberbia, volvieron con Don´t Believe the Truth (2005), álbum de representativo título en el que se revela una mayor cohesión y una recuperación de las bases con miras a futuro; no está a la altura de sus dos primeras obras pero denota que las ideas se siguen construyendo, en términos de melodía e incluso de estructura instrumental. Andy Bell y Gem participan con algunos cortes y las letras de Noel Gallagher se leen más enfocadas. Dig Out Your Soul (2008) fue la ¿última? intentona por mantenerse en la palestra, buscando en el fondo de unas capacidades que ya no parecían estar del todo en forma y de un alma que se veía distinta, a pesar de muestras de vigencia como en The Shock of the Lightning y de sensibilidad expresada en I’m Outta of Time y Falling Down.

Oasis regresa a México cargando con su propio estatus y en plan reconciliatorio, volviendo a los escenarios con material nuevo. Más allá de sus caídas y levantadas, de su aplaudible o criticable actitud, se trata de una de las bandas más importantes que nos ha dado el rock en los últimos treinta años. Ya no son lo que eran, para bien y para mal.


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Fernando Cuevas
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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