Política

Fiesta Histórica y conmemoración nacional en Tetela de Ocampo

  • Verdad amarga
  • Fiesta Histórica y conmemoración nacional en Tetela de Ocampo
  • Enrique Sada Sandoval

El día 16 de julio de 1865 se presenta como un hecho inusitado en la historia militar de México: el Cuerpo Imperial de Voluntarios de Austrohúngaros comandados por el conde Franz Graf Thun-Hohenstein atacaron simultáneamente las poblaciones de Tetela de Ocampo, Xochiapulco y Ahuacatlán (perteneciente a Zacatlán); últimas plazas de la Sierra Norte de Puebla, donde aún se luchaba contra el Segundo Imperio Mexicano.

Empezaría entonces una ocupación de 8 meses de la región de la montaña (hasta marzo de 1866); episodio de nuestra historia poco investigado y difundido. 

De las tres bases republicanas rebeldes, sin lugar a duda, Tetela era la más importante, dada su relevancia histórica como bastión militar desde la llamada “guerra de Reforma”.

Seis mil hombres ocuparon la sierra, la mitad al mando del capitán Tancredo de la Salla (unos 3 mil efectivos entre austriacos húsares y ulanos de caballería, con el apoyo de los zacapoaxtlas) e incendiaron Tetela, que era defendida por 400 milicianos del 6to. Batallón de Tetela, al mando del general Juan N. Méndez, y por 200 milicianos del barrio de Cauhuíctic, perteneciente a Ixtacamaxtitlán. 

 Las columnas imperiales llegaron por San Esteban Cuautempan, otra por el camino de Aquixtla, otra por el mineral de la Cañada y la última por el camino de los barrios de Zitalcuautla, San José y Capuluaque, cercando de esta manera cualquier salida posible. 

La población se vio obligada a huir y refugiarse en los cerros Zoyayo, Coyoco y Zotolo. 

Hubo muchas batallas memorables entre las tropas imperiales y los guerrilleros serranos al mando de generales Juan Francisco Lucas y Juan Crisóstomo Bonilla durante ocupación de la serranía poblana, sobre lo cual aún hay mucho que investigar y difundir.

Por su parte, este episodio histórico—de intervención francesa contrapuesta contra la constante intervención norteamericana—derivó en un mestizaje étnico y cultural que no se había dado en esta región del país, ni en su momento quizá con la raíz española en este sitio; herencia palpable hasta nuestros días como legado histórico y patrimonio cultural identitario, tal cual lo refiere el gran Jean Meyer en su obra Yo, el francés.

Sirva pues esta fecha—como bien lo asientan Aníbal Manzano, Gildardo Aco y los hermanos Bonilla Cruz—para reconciliarnos con nuestros orígenes y nuestra historia, lejos del maniqueísmo y de pugnas ideológicas. 


enrique.sada@hotmail.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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