Política

¡Auxilio!

“Cuando la herida ya no duele, duele la cicatriz.”

Bertolt Brecht

Pareciera que una hipnosis colectiva se ha apoderado de nuestra sociedad. En ese borroso sueño, lo único que nos queda es la triste gratificación de la queja, el lamento, el reclamo y, finalmente, la resignación.

Quienes vivimos en los municipios colindantes a la Ciudad de México —Atizapán, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, entre otros— hemos sido primero espectadores y luego víctimas de un deterioro que comenzó lentamente y hoy avanza con velocidad vertiginosa: servicios públicos muy deficientes, infraestructura y vialidades en ruinas, ausencia de previsión, planeación y visión, tanto a corto como a mediano y largo plazo.

Hace un par de años, autoridades como Conagua y CAEM anunciaron que los años siguientes serían los más secos de la historia. La predicción no solo falló: ocurrió lo contrario. Este ha sido el año más lluvioso del último siglo, y con ello llegaron también los estragos.

Lo asombroso ahora es que, aun con presas rebosantes, se mantenga restringido el flujo del vital líquido a las comunidades que más lo necesitan. Por un lado, hay colonias inundadas con aguas pluviales mezcladas con aguas negras; por otro, comunidades enteras sin agua en la red, ni siquiera para lo más elemental. ¿Acaso Conagua se ha convertido en un sádico guardián del agua, o sus técnicos olvidaron cómo abrir las llaves?

Las vialidades que transitamos día a día —sean libres o concesionadas— no solo están saturadas, sino brutalmente deterioradas. Baches, hoyos, socavones, cráteres dentro de los socavones… cualquier calificativo resulta insuficiente para describir la sensación de indefensión y la frustración de no poder hacer nada.

La Chamapa–Lechería y la Chamapa–La Venta son una vergüenza. No por su pavimento, sino por su brutal ineficacia en el cobro: a pesar de ser cuotas injustas y caras, debemos pagarlas dócilmente, aun cuando las filas para cubrirlas son kilométricas porque ¡sus sistemas de cobro no sirven! Para colmo, en fechas recientes, en la parte concesionada a Capufe, solo se acepta pago en efectivo y muchas veces sin recibo.

¿De verdad no nos duele? ¿Tampoco a los funcionarios que habitan este mismo plano terrenal? ¿O será que sus vecinos nunca les reclaman?

Más allá de la política, la corrupción o los compromisos, los habitantes de estos municipios hacemos un enérgico llamado a las autoridades para que cumplan con el trabajo que les corresponde, por el bien de todos, sin importar partidos, colores, filias o fobias.

Una llanta ponchada, un retraso a una clase, a una cita, a una entrega o a un compromiso que no se cumple; una suspensión del vehículo arruinada; o simplemente la tristeza de observar cicatrices urbanas que no solo no se reparan, sino que se multiplican día tras día… todo ello nos hace sentir que hemos perdido la esperanza de recuperar lo que alguna vez tuvimos y dejamos ir sin darnos cuenta.

Los embotellamientos, en carreteras libres y de cuota, nos generan la sensación de estar secuestrados. Y lo más grave es que el secuestrador parece ser víctima también, y no le importa. Todos vamos en dirección al despeñadero y no existe un plan para evitarlo. Lo peor es que, cual auténtico síndrome de Estocolmo, muchos aún no caen en cuenta de que han sido secuestrados y que el victimario sigue causando daño incluso después de haber cobrado el rescate.

Las grandes obras de infraestructura son importantes y bienvenidas, coincidamos o no con ellas, nos beneficien de forma directa o no. Pero antes de emprenderlas, es indispensable también resolver la problemática esencial de la capital y de los municipios que la rodean.

Más aún: el próximo año México será sede del partido inaugural del Mundial. ¿Qué se dirá de nuestro país cuando los visitantes observen esas cicatrices en el rostro de la ciudad? Falta de agua, movilidad caótica que parece sacada de una película apocalíptica y, en cuanto a la seguridad… mejor hablamos en otra ocasión.


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Enrique Espinosa Olivar
  • Enrique Espinosa Olivar
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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