Después de dar largas y dilapidar capital, Marcelo Ebrard anunció que no se va de Morena. Es decir, del poder.
Ya no tenía mucho margen de maniobra. Y, por lo visto, no le otorgó posibilidades de triunfo a la oposición. Así que prefirió “tragar sapos claudistas”.
Para no pocas personas representaba la posibilidad de una verdadera reconstrucción y reconciliación nacional, de un gobierno de y para todos.
Llegó la irrupción de Xóchitl Gálvez y su momento comenzó a diluirse. Sus amigos naranjas se quedaron esperando. Los del PVEM ya estaban, como siempre, con el mejor postor.
Disminuido, se rindió. Mejor ser vitoreado desde Palacio que perseguido, manchado y sin un buen “hueso”.
Indicó: “Ni voy a cambiar de convicciones ni voy a cambiar de partido ni voy a dejar de luchar por lo que yo creo… hay diferencias, se compite, se puede hablar, se puede decir lo que se piensa, se puede luchar por ello y podemos formar parte, como es debido, de una coalición de fuerzas, no de una uniformidad sometida”.
En eso puede que tenga razón. En estos tiempos el sometimiento no sabe de uniformidad, es muy variado. Miren cómo están de atentos al premio o al castigo de López Obrador ex priistas, ex panistas, petistas, verdes, cuatroteístas... el temor no tiene color.
No vayan a creer que al ex canciller lo doblegaron sus cálculos políticos y/o las carpetas de las fiscalías, esas que tienen expedientes del Metro o inventan delitos o espían a sus opositores. Él, por pura convicción, se quedó en donde denunció trampas porque, aseguró, se compite.
Ebrard celebró que exista la posibilidad de que el Movimiento de Regeneración Nacional “no se convierta en un partido de Estado”. Y que “las prácticas que vienen del pasado se vayan de Morena para siempre”.
¿Del pasado? ¿Para siempre? ¿Que no se convierta en partido de Estado? ¿Así, en futuro?
Caray, qué sentido del tiempo tan optimista tiene Marcelo.
Hace décadas, por cierto, cedió en la encuesta interna a favor de AMLO. Ahora lo hizo en la de Claudia. Eso sí, ayer también dijo que contenderá para la Presidencia de la República en 2030.
Les digo, es muy optimista.
Aquí entre nos
Ebrard, en la autodenominada 4T. Clara Brugada, futura candidata en Ciudad de México. Ya solo falta que confirmen a Samuel García como abanderado de MC para que se cumplan los tres deseos del Presidente… más los que se acumulen.