Las lluvias torrenciales que azotaron la sierra y la Huasteca del estado de Hidalgo durante la segunda semana de octubre de 2025, quedarán grabadas en la memoria colectiva como uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores en la historia reciente de la entidad.
Las cifras son frías y dolorosas: 22 fallecimientos, alrededor de 170 mil personas afectadas y daños incalculables a la infraestructura.
Sin embargo, en medio de la tragedia, la respuesta institucional y la solidaridad humana han brillado con una intensidad ejemplar, demostrando que la coordinación efectiva es la herramienta más poderosa contra la adversidad.
El gobernador Julio Menchaca Salazar, con una eficacia que ha sido reconocida por propios y extraños, no dudó en calificar el evento como un desastre sin precedente. Pero su liderazgo se ha distinguido no solo por el diagnóstico, sino por la acción inmediata. La priorización de la vida y la integridad de los hidalguenses ha sido el faro de una estrategia de emergencia que involucra un despliegue masivo de recursos humanos y materiales.
La apertura parcial de la carretera estatal que conecta Tenango, San Bartolo y Huehuetla, un esfuerzo titánico tras el derrumbe en Piedras Negras, es un testimonio tangible de esta celeridad, fundamental para que la ayuda humanitaria y los cuerpos de emergencia lleguen a la Sierra Otomí-Tepehua.
El factor determinante en esta recuperación efectiva ha sido, sin duda, el apoyo decisivo de las autoridades federales, encabezadas por la presidenta Claudia Sheinbaum. La colaboración de la Marina, el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, junto a los cuerpos de auxilio locales y más de 7 mil 500 servidores públicos, ha transformado la crisis en un ejercicio de coordinación interinstitucional.
Esta comunión de esfuerzos, donde el gobierno estatal, el federal y los municipales trabajan "hombro a hombro con la gente," ha sido la clave para la remoción de escombros, la limpieza y la rehabilitación provisional de los tramos carreteros.
Las labores en municipios como Nicolás Flores, donde las afectaciones son palpables, reflejan la magnitud del desafío y la persistencia de la respuesta. Con 75 elementos del Ejército, maquinaria pesada y una distribución constante de despensas y cobijas, se combate el aislamiento de las comunidades.
Es cierto, como bien señaló el alcalde Nicolás González Elizalde, que lo construido en años no puede restaurarse en semanas, y que la recuperación implicará esfuerzos a corto, mediano y largo plazo. La naturaleza ha mostrado su poder, pero la voluntad humana y la gestión gubernamental están demostrando ser igualmente poderosas.
La apertura de siete de 25 caminos inicialmente cerrados y la comunicación restablecida con 16 de 34 comunidades incomunicadas, son solo el inicio de un largo proceso. Pero demuestran que la maquinaria de respuesta está funcionando.
Hoy en Hidalgo no solo se lamentan las pérdidas, sino que se celebra la solidaridad. La articulación entre los distintos órdenes de gobierno no es una cortesía política, sino una necesidad operativa en momentos de catástrofe.
El gobernador Menchaca tiene razón al afirmar que "somos mucha pieza las y los hidalguenses". La resiliencia de la gente de la sierra, sumada a una respuesta de emergencia clara, eficiente y coordinada entre la Federación y el Estado, es la mejor garantía de que Hidalgo, aunque costará trabajo y tiempo, se pondrá de pie.
La emergencia ha puesto a prueba la capacidad de respuesta del Estado mexicano, y en el caso de Hidalgo, esta prueba se está superando con una nota alta de eficacia y compromiso.