Transformar el modelo de juez jupiterino que, salvo excepciones, tenemos en el corporativismo judicial desde hace 200 años: vertical, letrista y autómata, por el modelo de juez Hermes, mediador universal, dialógico, comprensivo y con mucha imaginativa y mucho entendimiento, sí es posible, pero no probable en el estado que se encuentran hoy la cultura jurídica, la ciencia y la educación jurídicas.
¿Tiene sentido hablar de lo que es posible, pero no probable?
Si hablar de lo que es posible para mejorar la impartición y procuración de justicia, pero por ahora no probable, se logra que la mirada se dirija al problema fundamental de la crisis endémica de la justicia en México: la selección y formación de jueces y el acceso a la judicatura, tema que no está en debate, eso es ganancia.
¿Entonces lo dicho significa que la reforma judicial que se impulsa, en la cual la designación de jueces por medio del voto popular es la que ha provocado más objeciones, no solucionará la crisis endémica de la justicia?
Eso es lo que creo, la elección de jueces resolverá el problema de la falta de legitimidad democrática en el Poder Judicial, pero en términos de cualificación profesional, no el problema de la calidad de los fallos, el tortuguismo, los rezagos y el fenómeno de la corrupción judicial.
Lo que no creo es que el virtuosismo judicial se adquiera en el corporativismo judicial a la luz de la cultura del machote, orientándose la práctica de aprendices oficiales y juzgadores por la ideología del gremialismo medieval, que centra su atención en la defensa de intereses gremiales, no en el interés social.
Pensar lo imposible es una forma de acceder a lo posible. Pensemos, entonces, en la probabilidad de contar con jueces poseedores de las virtudes morales, éticas e intelectuales necesarias en la función de juzgar.
Y éstos solo podrían adquirir su formación, teórica y práctica, no una simple capacitación, como acontece hoy, en una Escuela Nacional de Altos Estudios Especializada en la Judicatura y la Fiscalía, siendo ésta no un órgano del Poder Judicial, sino un organismo descentralizado al que se acceda después de graduarse en derecho.