Ser influencer en la era digital y la conectividad tecnológica significa poseer poder suficiente hasta para vencer al PRIAN en los estados donde esta amalgama de agua y aceite tiene más influencia en los electores: Yucatán, Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes. Con mayor razón en Monterrey, municipio en el que ni el PRI ni el PAN han dejado buenos recuerdos.
Vistas así las cosas, aunque haya encuestas cuchareadas para apoyar a cualquier otro candidato que no sea Mariana, lo más probables es que la abanderada del MC sea la próxima alcaldesa de Monterrey; pero, cuidado, porque las redes sociales son como la montaña rusa: suben y bajan.
Así que si la abanderada del MC realmente quiere atribuirse el título de impulsora de una nueva política tiene que demostrarlo en los hechos. Por ejemplo, ofreciendo en su campaña un proyecto viable para hacer efectivo en Monterrey el derecho a la ciudad, lo que implicaría:
Arbolar la ciudad para revertir, aunque sea un poco, los efectos de la intensa contaminación ambiental que padecemos; garantizar un servicio de transporte público de calidad, responsabilidad que también es del Estado; pavimentar las calles y avenidas con material de alta calidad para evitar accidentes viales como consecuencia de tanto bache, y para acabar con la perversa y cínica práctica que reza: “En el bacheo está el ganeo”.
Además, sin agotar todo lo que es posible hacer para garantizar el derecho a la ciudad: enseñar, por medio de la aplicación de la ley, a que la gente no haga de la esquina que se le antoje un basurero, como acontece, entre muchas otras colonias, en la Burócratas Federales; a que aprendamos a cruzar las calles en las esquinas y a caminar por la derecha; y a que aprendamos a respetar el peatón cuando atraviesa una calle por el paso de cebra, en todo el mundo el automovilista hace un alto total, menos en Monterrey.
El costo en proyectos y programas para efectuar cambios de conducta en el tránsito vial y peatonal no es económico; pero sí político, porque no nos gusta que nos corrijan por medio de la ley. Por eso las autoridades municipales, si no hay queja de por medio, no hacen nada.
