Mucho se ha hablado del grupo religioso La Luz del Mundo, que, ahora, con el escándalo de su líder, Naasón Joaquín García, acusado en Estados Unidos de pornografía infantil y otros graves delitos, La luz del Mundo, con presencia en 58 países, parece no ser iluminadora.
Dicho escándalo provocó uno más, de naturaleza política. Pues, del homenaje que recientemente se rindió a Joaquín García en Bellas Artes, se ha dicho que, al haberse facilitado un recinto oficial para la celebración de un homenaje a un líder religioso, en el que también participaron funcionarios del gobierno federal, se violó el principio del estado laico; que los políticos siempre andan en busca de votos, sin importarles los orígenes oscuros de algunos grupos religiosos, etc.
Pero, hasta ahora, no he visto ningún comentario periodístico que interrogue sobre por qué, justo en los tiempos en los que en el mundo se declara que la enseñanza de la filosofía en las universidades no sirve para nada, por lo que dicha asignatura debe dejar su espacio a disciplinas que atiendan el mundo de la digitalización y la técnica, las universidades se han visto invadidas de grupos religiosos de diferentes credos, no solo evangelizando, sino también ofreciendo becas de estudio, las cuales caen como agua de mayo.
A Naasón Joaquín García se le reconoce por ser un filántropo. En los países donde su iglesia tiene presencia apoya a jóvenes en su carrera profesional, y desde luego, nadie da nada a cambio de nada. Y nada es cierto de los delitos que se le imputan, dicen sus abogados. Él es un apóstol de Cristo y, como tal, sufre las consecuencias.
Los grupos religiosos ganan porque con su presencia en las universidades ayudan a los gobiernos a formar conciencias dogmatizadas, sirven para inhibir el pensamiento crítico y meditativo; y la filosofía pierde una vez más, porque para lo único que sirve es para pensar, y, como decía el profesor Heidegger, ya nadie quiere pensar.